He leído muchos denuestos contra los ni-ni. De los que no están ni con uno ni con otro bando. Denuestos que no entiendo. Que no entiendo porque estamos supuestamente en una fase en la vida del país en donde son necesarios la tolerancia, el respeto y la reconciliación. O por lo menos eso es de lo que habla todo el mundo, el oficialismo, la oposición y los demás y especialmente los que critican a los ni-ni.
Venezuela ya no volverá atrás porque dejó de ser inocente. La gente pensaba antes que con votar tenía y que si no lo hacía no importaba porque igual el juego democrático era como un juego por turnos: hoy me toca a mí y mañana a ti, y porque los vicios de corrupción opacaban todo esfuerzo de progreso. De los que votaban muchos tenían carnet de partido o eran “simpatizantes independientes” si es que tal cosa existe realmente.
Defenestrar de los cuarenta años de democracia es absurdo porque todos nos beneficiamos de ello. Yo no he conocido otra cosa, ya que nací en ella y es lo que me permite disentir o estar de acuerdo o quedarme callada si así lo considero. Es mi derecho. También esos cuarenta años me permitieron estudiar; elegir por nombre y apellido; moverme libremente por el país o hacia fuera; gozar de una buena infraestructura en electricidad, agua y comunicaciones entre otras. Esos cuarenta años permitieron salir del atraso a la Venezuela rural de la primera mitad del siglo veinte, atraso comparable hoy al de la mayoría de los países africanos. Sabemos de las fallas, de lo que no se hizo, pero creo que eso no debiera desmerecer los logros.
No me cabe duda de que la mayoría de los venezolanos queremos a Chávez fuera del gobierno, del poder tras bambalinas y de Venezuela. De ser posible juzgado por los crímenes cometidos en estos 5 años, en caso de que se prueben, sin derecho a amnistía. A pesar de los desmanes de anteriores gobiernos no hay punto de comparación para el nivel de irrespeto y desinstitucionalización que ha sufrido el poder ejecutivo, y el nivel de desmadre que tenemos ahora en todas las instancias de la vida nacional.
No creo que los ni-ni sean abstencionistas ni cómodos en su posición, sino más bien completamente demócratas y concientes de que su decisión está basada en criterios y no en la rumba que se puedan pegar en una romería, que no se dejan comprar por una “misión” o la atención de un médico cubano o promesas populistas de cualquier candidato.
La gente exigirá de los candidatos experiencia, resultados y trayectoria en el servicio público, es decir por el país. Además de un comportamiento honorable y a la altura de la investidura que les toque ejercer.
El hecho de que un porcentaje considerable de la población votante no se anote con un bando en particular es bueno para Venezuela. Sano, necesario, para que se acabe este extremismo intolerable e intolerante que no admite disensión y que dice respetar al contrario mientras lo insulta: ¡Claro que te respeto!, ¿no ves que te lo estoy diciendo, imbécil escuálido y/o chavista ignorante?.
Una cosa es restrearse en contra de Chávez, otra a favor de la “oposición” como bloque si no convence con su oferta. El pueblo en estos momentos sí es soberano porque tiene poder de decisión. Gracias, Chávez, por poner la palabra soberano en movimiento, porque hay que ver que ahora sí que tiene significado, sobre todo para tí. A partir de estos momentos sea por elecciones o en revocatorio cualquiera puede caer si no entrega resultados. Ese es todo el asunto.
La gente no quiere cometer más errores electorales, y si los comete ya sabe que los puede corregir. La nueva constitución para desgracia de todos los erotómanos del poder lo permite y seguirá permitiendo porque los derechos ganados no se dejarán perder.
La importancia de ser ni del chavismo ni de la oposición es que ese porcentaje de gente decide al final, garantizando nada para los partidos. Será el trabajo de ellos convencer con acciones en beneficio de la gente si son merecedores de ese voto de confianza.
Muchos ni-ni firmaron y votarán por el SÍ en el revocatorio, por un acto de conciencia y responsabilidad civil.
Yo soy ni-ni porque no le admitiré a nadie que me diga por quien debiera votar o no o cuáles debieran ser mis razones, porque son eso, mías y estoy en mi derecho de hacer con ellas lo que me plazca. Tampoco me emplazará quien me diga o estás conmigo o eres mi enemigo. Ese es el principio del marasmo en el que el mundo se encuentra es estos momentos en círculos concéntricos envolviendo la política mundial, la nacional, regional, las relaciones comunitarias, religiosas, personales y familiares.
La importancia de los ni-ni es que su prominencia como poder elector obligará a los partidos a andar derechos, porque ya no saben cuando será su turno en el juego democrático.
Publicado en www.analitica.com