Sobre los últimos días

Tengo varios días queriendo sentarme a escribir en el blog y me lo impide la avalancha de noticias que vienen del país. Me lo impide porque pareciera que cualquier reseña cotidiana, cualquier anécdota aparentemente banal sería como un escapismo o el deseo de ignorar la realidad del país.

Pero mi malestar va también con respecto a escribir sobre esas noticias:

  • La Cumbre… ajá… que el ALCA está enterrado, que no lo está, que son 29 contra 5, que Chávez ganó, que no ganó, que Maradona, que la cumbre de los pueblos…. y en estos días… Fox dijo y Chávez dijo y Fox volvió a decir y Aló, presidente y cada embajador para su casa.
  • Caso Anderson… que la hermana está de acuerdo que las otras no lo están, que Carlos Herrera dijo y no le paran, que la periodista, que el cardenal, que el banquero, que los generales, que el fiscal está bien de la cabeza o no lo está, que el autobús

No es que no sean noticias importantes, pero desde este rincón las leo tratadas con grandilocuencia restándoles la gravedad o repercusión que deberían tener. Sin fallar la presencia de insultos y sesgos tendenciosos en las informaciones publicadas.

La cumbre salió tablas porque no se decidió nada al final, y en todo caso de seguidas Bush agarró y se reunió con Lula quien es la voz, sino sonante, la que lidera el Sur de América discretamente. De Fox y Chávez mejor ni decir nada porque ambos ya lo hicieron el uno al otro. Pero me parece una falta de respeto para mexicanos y venezolanos tener que estar presenciando este comportamiento entre dos presidentes. No creo que hayamos votado para ver quien saca más el pecho enfrentándose con otro como si fuera una pelea de calle.

En estos momentos me parece que la discusión política ha alcanzado tan bajos niveles que la banalizan. Hay una sensación de farsa proveniente de toda información que nos llega de los medios sin importar su corriente o línea editorial. Tanto por parte de los que declaran como de los que escriben. Summum de ello se ha convertido el caso Anderson.

Lo de Anderson es grave, demasiado terrible lo que ocurrió para que se esté armando el circo mediático y judicial que hay en torno a este caso. Sencillamente no se sabe qué creer de un crimen en donde todas las hipótesis apuntan a la corrupción más abyecta, a la absoluta criminalización de todos nuestros estamentos de la vida nacional. No sabemos si medios, banca, milicia, oposición política, gobierno, fiscalía, son asesinos o como mínimo cómplices. En resumen todo apunta a una grave ineptitud del sistema judicial, no solo por su actuación en este caso sino por tantos otros que están pendientes de resolución. No se sabe cual versión creer y no se sabe si se está usando este caso para vendettas políticas y zumbar amenazas a distintos sectores de la sociedad civil o si es uno de estos casos donde la realidad supera cualquier ficción, donde los adalides de algunos resultan ser los mafiosos asesinos de la realidad.

Es difícil escribir de algo trivial cuando sentimos que las cosas graves e importantes también se están banalizando. Cuando no hay sentido de medida al tratar informaciones de situaciones que señalan como está el país en política exterior, y en su sistema de justicia y en general en todos los aspectos de su vida, cuando los mismos presidentes no saben como comportarse adecuadamente y no supieran de algo llamado diplomacia y respeto.

No sé si me entienden. Pero qué puedo decir si todas estas cosas están pasando y por la cuáles la verdad es que me niego a esgrimir ningún activismo más allá de predicar y practicar en la medida de lo posible el respeto hacia los demás y el que debiéramos tener por nosotros mismos.

Entretanto en Bangladesh, país donde estoy, hace dos días se hizo volar el primer hombre bomba matando a dos jueces. El extremismo religioso también hizo estallar simultáneamente en todo el país más de 400 niples activados por telefonía celular hace tres meses atrás, estos serían una advertencia al gobierno para evitar mayor afluencia de extranjeros e inversionistas de occidentee aunque la intención de las mismas no era matar ya que no tenían metralla, hirieron a más de un centenar de personas y mataron a dos. Y esto es solo la punta del iceberg de crímenes contra gente progresista, dirigentes políticos, diputados, periodistas, así como cristianos e hindúes, y el de un recrudecimiento del fundamentalismo religioso en Bangladesh. Aquí no hay medios a los que echarle la culpa. La gran mayoría de la gente sencillamente no tiene acceso a ellos por falta de recursos económicos, solo tienen acceso al imán de la mezquita que es quien orienta moralmente a la gente. Las diferencias no se argumentan.

En Venezuela, no hemos llegado al punto de los enfrentamientos feroces, y espero que nunca lleguemos. Sería absurdo porque la política no debería convertirse en un dogma religioso. El crimen de Anderson en su momento parecía indicar el inicio de un terrorismo opositor pero aparentemente (ante la ausencia de otros atentados) es un crimen aislado del cuál aún no sabemos fehacientemente o por lo menos convincentemente los motivos ni los autores, de tan teñido de política que está todo.

El convertir todo acontecimiento de la vida nacional en un argumento para establecer adherencias me parece que es banalizar el proceso político que estamos viviendo porque excluye desde el principio una evaluación crítica de cada uno de dichos acontecimientos. Y también es contribuir a ahondar las diferencias entre todos los venezolanos. No todo lo que hace el gobierno es malo, ni todo lo que hace la oposición. Pero encostrarnos en una u otra postura definitivamente no contribuye a nada productivo ni integrador para el país.

¿Qué puedo decir entonces más allá de que me desagrada lo que está pasando? Y, ¿a quién le importa en última instancia? Y así como a mí, a muchos otros siento que les desagrada, tal y como puedo percibir en la blogósfera criolla en donde una cantidad considerable de blogueros se han abstenido de postear al respecto. Obviamente este malestar que muchos sentimos hacia la falta de seriedad no le importa a nadie empezando por el presidente y terminando con los medios de la oposición.

6 comentarios sobre “Sobre los últimos días

  1. «El convertir todo acontecimiento de la vida nacional en un argumento para establecer adherencias me parece que es banalizar el proceso político que estamos viviendo porque excluye desde el principio una evaluación crítica de cada uno de dichos acontecimientos».

    Desde hace días me pregunto lo mismo: ¿por qué todo parece banalizarse, por qué todo se convierte en un chisme, chiste insignificante? Y también me he preguntado, ¿para qué, con qué propósito?

    Acabo de encontrar la respuesta: para excluir la evaluación crítica de los acontencimientos. Muy acertada observación, Kira.
    Saludos

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  2. Hola Kira,
    Precisamente las bit�coras est�n para suplir esa carencia de an�lisis. Yo digo por ejemplo que la falta de experiencia diplom�toca es un factor en la crisis con M�xico, pero un planteamiento de este tipo es sepultado bajo los opositores al gobiernos y los chavistas fervorosos. S� que uno est� cansado y desilucionado, pero hay que insistir en la participaci�n. Un abrazo desde Miami

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  3. TAL CUAL…

    Pienso e insisto, en que los que tienen 4 dedos de frente, cierto conocimiento, un pensamiento l�gico y estructurado, imparcialidad ante hechos evidentes, cierta moral y �tica, ante tal realidad bizarra, la respuesta o reacci�n inevitable es la de «enmudecer»…

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  4. Paradojicamente, y a pesar de lo abrumadora que la realidad pueda ser, enmudecer no es la postura proactiva, es la postura reactiva. Los seres humanos por mor de nuestro herencia evolutiva, demostramos dos posturas ante el peligro/crisis: nos paralizamos (enmudecemos) o huimos (escapismo,frivolidad). Es solo cuando energizamos con nuestra racionalidad que somos capaces de escoger la tercera opcion, la del valor (enfrentarnos), participar. La discusion perenne es la base de la democracia y la unica salida hacia la libertad.

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