Mis 42 yoes… divagaciones de cumpleaños

[Foto: Cristóbal Trejo]

El paso de los años es inclemente. Eso lo sabemos todos. Las manos que nos miramos con asombro siendo bebés son quizás el aspecto de nuestro cuerpo que más reconocemos y vemos durante nuestra vida. Son las extensiones de nuestros ojos. Con ellas completamos una gran parte de las percepciones del mundo físico que nos rodea. Así como las manos cambian con nosotros, el rostro acusa nuestras venturas y desventuras. Aquellas que quedan grabadas para siempre. A nuestro rostro preguntamos ante el espejo esas cuestiones que nos impedimos airear en voz alta.

Quizás como crecí al amparo de las historias de papá y de mi abuela paterna, siempre estoy ejercitando la memoria. Esa es la explicación que me doy a ese afán mío de no olvidar. Afán que ejercito sin éxito, porque no es posible recordar cada día de la vida. Como cuando pequeña, a veces aún me sorprendo contemplando, contemplándome… en mí mísma. Teniendo esa certeza terrible de estar viva. Terrible porque es la misma certeza de la muerte segura algún día. Y en un segundo siento llenura y vacío, un vértigo al cotejar, al palpar el hecho de ser consciente de estar viva. Y ese vértigo me disloca. Disocia mi unicidad y de repente me miro las manos y no las reconozco, me miro al espejo y mi rostro me es extraño… ¿Experiencia espiritual o neurosis? No lo sé. En momentos así siempre me digo, no puedo olvidar. Me conmino a recordar todo, a repasar días y pensamientos…

Uno de los recuerdos más tempranos que tengo es de cuando tenía 18 meses… Un viaje a Margarita pasando por Araya donde confundí una montaña de sal con la ballena blanca gigante de la película en televisión, Moby Dick. Cuando le conté a mamá este recuerdo no podía creerlo por la edad que tenía. El recuerdo le impresionó porque en ese entonces y en brazos de papá le pregunté si esa era Moby Dick, a lo que rieron y me explicaron la verdad. Me decepcionó la respuesta en ese momento, aunque igual me maravilló la idea de una montaña enorme de sal… pero también decidí que eso no era cierto, que sí podía ser una ballena. Sólo que ellos no la veían. Tengo la imagen grabada en la mente, mis sensaciones. En medio del azul intenso, una loma blanca en el horizonte. Mi ballena blanca. La cual por muchos años de la niñez creí real, viva y posible al ir a la playa.

Tengo recuerdos también del alunizaje. El cómo me paré de la alfombra en la sala haciendo alguna gracia frente a la tele, papá mándandome a estar quieta y apartarme y al ver a mamá soltar lágrimas preguntarle porqué y ella explicarme que el hombre había llegado a la luna. La luna. A una pequeñuela. Recuerdo mi perplejidad, porque la luna estaba fuera del alcance de mis manos. Y yo creía los cuentos de comiquita de una luna de queso y cohetes que de un brinco le hacían un hueco para que el héroe-ratón-astronauta pudiera darse un banquete. Este es el inicio de los capítulos de mi memoria.

42 años después de mi nacimiento, la sumatoria de recuerdos es fragmentada. Episodios aislados. Escenas a veces sin sentido. Otras con demasiado sentido. Y en ellas los distintos rostros de esta persona que a veces no se reconoce frente a un espejo. Cuando esa arruguita allí o la cana allá no tienen correspondencia con lo que experimenta su consciencia.

***

Soy una coleccionista de memorias, colecciono las imágenes de mi rostro en el espejo, colecciono los diversos yo, distintas facetas de uno solo que afloran una u otra vez en constante mutación y evolución.

Hoy tengo 42 yoes. Cada uno faceteado en 365 o 366 variaciones dependiendo del año. Cada uno con incontables segundos de experiencias imposibles de grabar todas. Con rostros que permutan emociones cada segundo… Y no hablemos de los yoes míos que los otros atesoran en sus memorias. Los otros que no saben o saben de las disociaciones o neurosis, los otros que no saben o saben de lágrimas y tristezas, o de felicidades transcurridas…

Fragmentos…

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Esta consciencia es feliz. Esta sumatoria es exitosa. La memoria trata de ser épica sin toda la eficiencia anhelada pero satisfactoria… Así que cumpleaños feliz a mí… Estoy en Nepal, entre montañas, coleccionando…

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16 comentarios en “Mis 42 yoes… divagaciones de cumpleaños

  1. Tu no sabes que yo me quedaba mirando la misma montaña de sal cuando pasaba el Ferry delante camino de Porlamar desde Cumaná. Claro, que tenia veintipiquito, soltero, por lo que las ensoñaciones eran distintas a las tuyas, pero a mi la fantasía siempre me ha desbordado, lo que veo como algo positivo, una posibilidad de evadir la realidad sin necesidad de ninguna droga…
    Todos los meses veía la montañita de sal, y la convertía en nieve, con aquel calorón y aquella sequedad de paisaje árido , me refrescaba. De vez en cuando agregaba a alguna preciosa esquiadora…jajaja
    Casi se me olvida:

    ¡¡¡ FELIZ CUMPLEAÑOS !!!

    Yo cumplo 25 mas que tu el próximo mes, si llegamos allá, que creo que si porque estoy mas sano que una manzana (Sana…jajaja).
    Un beso de cumple y salud

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  2. Bueno ya te envié tu felices 42 tues…. Y hace nada (minutos) cumplía o cumpliría papá 83 u 84 años… no estoy segura….
    El tema es que tus lineas me hacen añorar cosas que no viví, y parece que era otra familia, y así son tus recuerdos de niña: de otra familia… ya nací 7 años después.
    Pero te escribo para decirte que en cuanto a tu pregunta: ¿Experiencia espiritual o neurosis? definitivamente es neurosis porque una experiencia espiritual no tendría porque involucrar el cuerpo… ya sabes… somos energía y el cuerpo su canal, ciertamente mientras mantengamos el canal en buen estado la energía permanecerá más tiempo en este…Te quiero, un beso, gracias por escribir así, por ahí solté mis lagrimones … muy kariakina

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  3. Siempre me recuerdas la Tanzanita

    Es la segunda que te mando. Si sigues cumplendo años tan seguido me vas arruinar.

    Lo mejor para ti y los tuyos.

    Pues los tuyos son de los mejores regalos… las tanzanitas son hermosas. Un abrazo y ¡gracias!

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  4. En mi limitada experiencia, somos una sola cosa, esta que recuerda y respira. Esa que una luz blanca le impacto los ojos de tal forma que le marcó el alma para siempre.

    Entonces, pa mi, también el cuerpo es parte de la vida del espíritu. (Por ahi van los tiros de la Resurreción, cicatrizes, pescado, y luz).

    Estos brazos mios, transformados y reemplazados permanentemente, las han abrazado a ambas, queridas hermanas. Vaya brazos místicos que tengo… :-)

    abrazos mando ahora, y se a que saben, que lo he vivido.

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  5. Hola. Me llamo Camino. Te escribo desde España. Me gustaría hablar contigo…
    Me gustó mucho tu blog y tu forma de ver las cosas.
    En julio estaré en Bangladesh… Estoy haciendo un documental sobre los trabajadores en la insdustria textil…Voy a intentar grabar el duro trabajo allí en Bangladesh…Pero allí no conozco a nadie ¿a lo mejor conocer a alguien joven que quiera ser nuestro traductor ingles- Bengalí?…

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  6. Hola. Me llamo Camino. Te escribo desde España. Me gustaría hablar contigo…
    Me gustó mucho tu blog y tu forma de ver las cosas.
    En julio estaré en Bangladesh… Estoy haciendo un documental sobre los trabajadores en la insdustria textil…Voy a intentar grabar el duro trabajo allí en Bangladesh…Pero allí no conozco a nadie ¿a lo mejor conocer a alguien joven que quiera ser nuestro traductor ingles- Bengalí?…

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  7. Cierto, muy buenas reflexiones las que dan inicio a la discusion, me siento identificado en estos pensamientos.

    Creo yo que una buena terapia es tratar de ubicar nuestro primer recuerdo…saber si es un episodio feliz o triste….

    Dicen que mucho depende de nuestro primer recuerdo de infancia…

    Saludos

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  8. Me pusiste a pensar en mi abuela (y por supuesto he llorado como una buena Lupita Ferrer). La recordé porque odiaba a rabiar ese tema de la recordación de la edad. Claro, Julia Dolores no correspondía a su época (pero ese es un cuento muy largo), pero de las cosas más divertidas de verla hacer era maquillarse. No hubo día que sentada viéndola adornar sus pliegues con colores, no voltease a mirarme y a decirme: yo la tuve tan lisita como tú, muchachita. Entonces me daba risa y creo que a ella también.

    Me encanta tu mirada de lo yoes acumulados, es bellísima; y comparto a cabalidad esa extrañeza tan ruda, ese suceder frente a un espejo que puede devolvernos un yo que no nos representa ;)

    Feliz cumpleaños y salud por todos los yoes que seguirás alimentando.

    Un abrazo,

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  9. Que genialidad, me gusta tu forma de escribir, me pusistes a pensar en mis historias de camino…que bueno que comentaste en mi blog……así pude conocer tu rincón…
    Te invito a que regreses cuando gustes…mi sarcasmo sano está a tus órdenes.
    Y si puedes avísame si te puedo colocar en mi blog como una guayoyofriend…
    Saludos
    R. Galifi (Caracas-Venezuela)

    Hola… Pues yo sin permiso puse un enlace del tuyo en el mío :-).

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