Me preguntan que cómo encuentro Venezuela luego de 10 años. Es una pregunta de genuina curiosidad y todo el mundo espera la respuesta de desastre. En casi 10 años (fueron exactamente 9 años con 9 meses y 6 días) vine en 5 ocasiones, por períodos que variaron entre 10 días y dos meses y medio. Siempre seguí las noticias pero cómo muchos me dicen no me «calé» esto, por no decir a quién.
Pero ahora que regresé y en dónde espero, si las circunstancias lo permiten, quedarme, la diferencia que percibo a cómo me siento de hace un año a ahora, no es mucha porque de alguna manera aún me siento aislada y embebida en la burbuja que al parecer mucha gente en esta ciudad comparte, hasta que ocasionalmente la misma revienta. Quiero decir que de alguna forma sigo extrañando al país y de alguna forma sigo encontrándolo igual, pero como cuando se ve a alguien despues de muchos años, con señales de las huellas que la vida le ha dejado en ese tiempo.
La primera y quizás más relevante impresión visual de una diferencia en estos diez años de ausencia se resume en la palabra basura. Encontré a Caracas sumida en basura, no sólo traducida en desechos tirados por todas partes sino basura visual en paredes y muros rayados, en vallas publicitarias, en carteles pegados, en la decadencia del mantenimiento de calles y avenidas, y la impresión visual se extrapola a los otros sentidos cuando se escucha el discurso de los políticos, se es víctima de la actitud general de alguna gente, que aunque poca siempre se hace notar en la cola de un banco o en el tráfico, cuando la tranquilidad mental se contamina por el miedo a salir a la calle debido a la inseguridad. No he estado mucho en el interior, pero de lo poco tengo la misma impresión y puedo generalizar con que Venezuela está enbasurada con malos sentimientos y en su espacio físico con cierta decadencia. La basura de la que hablo no tiene ningún color, porque la basura es producto de todos.
Esta es quizás la parte negativa de mi impresión. Pero por otro lado hay otra positiva. Percibo renovación. De alguna manera toda esta basura era necesaria que se tirara, que aflorara para que Venezuela empiece a sanearse. Para apreciar justamente lo que es vivir sin ella. Y así la creatividad de la gente ha surgido para negocios, artes, iniciativas de todo tipo, incluyendo la política.
Recuerdo que hace algo más de diez años, residía una sensación de inevitabilidad sobre el espíritu de la gente. De que el status quo era imposible de cambiar. Y aunque nos pese a muchos, el advenimiento de la figura de Chávez rompió con ello. Con la resignación a un futuro predecible e ineludible. Y ese sentimiento hoy quebrado no sólo reside en el chavista, sino en el nini y en el opositor recalcitrante y todas las variantes «light» de cada uno de estos. El quiebre de la historia ineludible vino con él. Y ese sentimiento llegó para quedarse. Esa sensación de evitar condenarnos a un futuro irremediable. Así que esa es otra diferencia. Y no es un cliché decir que todo el pueblo venezolano despertó. Todo él sin distingos. La gente se rebela ante la inevitabilidad, ante el paso del tiempo sin cambios sustanciales en su calidad de vida.
Ello para mí es esperanzador y es vigorizante. La situación de Venezuela es única y este segmento de su historia aunque duro, difícil por todas las confrontaciones es demasiado interesante como para dejarlo pasar. Es también un segmento que a Venezuela le era necesario vivir. La división para despojarnos y dirigirnos a una unión diáfana, clara en establecer dónde estamos parados y hacia dónde vamos. No me cabe duda que la unión ocurrirá algún día a pesar de la negatividad imperante, que será sinérgica y creadora liderada por el sentido común y el cansancio de tanta basura innecesaria. Venezuela aunque esté en revulsión, escindida internamente, sumida en contradicciones, al final es una sola. Sin embargo, estamos sumidos en miedo a que esa condena de lo predecible e ineludible impere de nuevo.
Por ello nos es importante preservar los controles, y no incurrir en el error de permitir siquiera un chance a que personalidades se perpetúen en el tiempo en el ejercicio del poder. El poder debe tener límites. Y el primer límite lo debe dar la ley amparada por la voluntad popular. Se puede vencer a lo que se cree irremediable. No tenemos porqué poner un cuchillo a la propia garganta. No tenemos porqué permitir el chance de un futuro cantado y sin sorpresas, con aroma a «remake» de cinematografía de segunda.
Estoy de acuerdo contigo, y resumiendo y pa que se entienda, sencillamente : NO es NO.
Besos y salud
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Hola Kira!
Me encantó este post por lo certero, lo cierto y lo bellamente escrito. Particularmente, me encantó saber tus sensaciones al regresar a Venezuela después de tanto tiempo, porque me preparan de algún modo a lo que sentiré… algún día (espero) yo también regresaré a Venezuela … Te seguiré leyendo!
Un beso.
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Tu mensaje me da una sensacion de nostalgia y de esperanza a la vez.
Yo tambien espero un dia regresar a Venezuela.
Tu sutilidad para decir que lo que estas pasando tenia que pasar y que la basura es necesaria cuando se hace la limpieza en la casa, es encantador.
Yo tengo muchas esperanzas de que este momento historico que se vive en Venezuela nos deje con las ganas de volver y quedarnos para compartir todo lo que aprendimos estan fuera.
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