En Yakarta

Yakarta es inmensa.

Es la palabra que la encapsula y que implica todas las consecuencias establecidas por sus dimensiones. Me encuentro en ella desde hace 3 semanas. Llegué a ella como se llega a un sitio acostumbrado. A principios de año pasé 3 meses acá. Y me es familiar. Viajar por trabajo y establecer una rutina establece esa cercanía. Viajar por turismo siempre conlleva la excitación del descubrimiento en puertas, aunque el destino se haya visitado varias veces, o por lo menos, así me pasa a mí.

Esta ciudad tiene unos 18 millones de habitantes. Es una planicie de casas y edificios pequeños en la que sobresalen las «menaras» de treinta y tantos o más pisos y los complejos habitacionales gigantes sobre centros comerciales de hipérbole. Este concepto de desarrollo urbano, se presenta sobre toda Yakarta que sin ningún tipo de regulaciones -al parecer-, presta sus terrenos para tener topografía  a punta de construcción, que no para las 24 horas del día.

No es una ciudad para caminar, y la exploración para mí que viajo sola, es limitada por la falta de compañía y la barrera de la lengua que no manejo. La escuela de la precaución y la paranoia que llevo conmigo como venezolana no me abandona nunca, asumo el dicho better to be safe than sorry. Sin embargo, en conversaciones con mis compañeros de trabajo indonesios descubro que esta sensación de sobrecogimiento es compartida y tiene que ver con sus dimensiones, no con la criminalidad, que es baja.

Yakarta es una ciudad de tránsito, con compartimientos en los que uno vive, que no se rozan entre sí. El contraste social es evidente. Mucha pobreza y mucha ostentación de riqueza. Centros comerciales, localizados al lado de barrios muy pobres y canales de aguas negras, donde venden jaguares o porsches último modelo en los lobbys, frente a  tiendas de Valentino o Jean Paul Gautier.  Estos contrastes son similares a los que vivimos en Caracas y algunas otras partes de Venezuela, pero sin las dimensiones colosales que uno ve aquí. Son contrastes que siempre nos han parecido «normales», porque crecimos con ellos. Y eso es lo que me la hace familiar, así como los sentimientos que me genera.

Mi estadía está determinada por una rutina, que vivo como cualquier otro de sus habitantes. La ciudad entonces está llena de misterios para mí aunque con la orientación de los colegas, me he defendido para establecer una cotidianidad. Pero el no saberla por completo es otra clave que me la hace cercana. Es así con Caracas. Cada quien tiene su Caracas, la sabe de distinta manera y al mismo tiempo la desconoce. Supongo que ese conocimiento fragmentado es normal en los habitantes de ciudades grandes y complicadas.

Yakarta es una ciudad costera y ello se aprecia en la brisa cálida y húmeda con dejo a mar. Me hace faltan las montañas. Un día claro descubrí unas hacia el oeste. Pero la vista está oculta la mayoría de los días debido a la contaminación. Y todos los días espero verlas, pero es un privilegio raro como los cielos despejados en esta ciudad donde la atmósfera siempre es brumosa y la luna, por ello, amarilla en las noches.

Me es familiar y ajena al mismo tiempo, me encuentro en ella y me pierdo.

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5 comentarios en “En Yakarta

  1. Hola!
    Yo te hacia en Caracas…
    Claro que en realidad hace mucho que no se nada de ti, no sabia que estabas trabajando en otro país de nuevo…
    Mucha suerte
    Cuídate mucho
    Besitos y salud

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  2. Leo tu escrito y puedo sentir a través de tus palabras que esa sensación de no dominar el entorno puede suceder en cualquier ciudad ajena a nuestra cotidianidad.

    La soledad supongo que es una aliada fenomenal para reconocer todos estos sentires y contextualzarlos a nuestro pais.

    Esa desigualdad que mencionas me causa curiosidad, mencionas desde tu parecer, que la desregulación es un factor que puede incidir en un ¿crecimiento? poco equilibrado de la sociedad ¿será así? Según he leido, nuestro continente latinoamericano lleva la batuta a nivel mundial, en materia de desigualdad social. Yakarta por lo que mencionas, en ese lado del mundo, es otro ejemplo de ese fenómeno que pareciera negarse a estructurar puntos de encuentro y equilibrio entre el desarrollo económico y el desarrollo humano.
    Muchos saludos! Como siempre es un gusto leer tus reflexiones.

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    1. Hola Solange, la verdad es que no sé de estadísticas pero hasta ahora en mi experiencia creo que en la mayoría del mundo hay una desigualdad violenta. Tomemos sólo China e India como ejemplo. Sólo en contados países como los de Europa occidental, en Estados Unidos, Canadá, Australia, Singapur, Nueva Zelanda hay sistemas que funcionan y que tratan de mantener cierto equilibrio o por lo menos una clase media amplia. Indonesia es un país muy complejo, con muchas culturas y religiones conviviendo. Según lo que me dicen, Jakarta no refleja al país que es en su interior menos desarrollado, más tradicional. De alguna manera esto último me recuerda a Venezuela donde Caracas tiene predominancia como centro económico y político, sobre el resto del país. Ojalá no fuera así. tendríamos una ciudad más humana y una distribución de población, etc. más equilibrados.

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  3. Las ciudades son como uno mismo, el proceso de construccón mental, de construcción de la cosmografía de la ciudad, tienen mucho del proceso humano de conocimiento del propio ser. Uno se pierde y se encuentra, se pierde y se encuentra. En cada giro, en cada vuelta de caracol, si no se estalla, se acerca uno al centro. Besitos.

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