Categoría: De otros

No tengo prisa – Soto

No se pierdan estos fragmentos del libro de Alberto Garrido «No tengo Prisa» de sus conversaciones con Soto publicadas en El Universal de hoy.

Por ejemplo leerán:

«Mucha gente cree que los penetrables son producto de las asociaciones _conscientes o inconscientes_ de Soto con los saltos de Guayana. No es así. La proposición es otra. El Universo está lleno de una vibración poderosa y, a través de los elementos que uso, muy simples, busco que la gente se sienta inmersa en ella. El penetrable incita a comprender la plenitud del espacio, cambiando la noción del vacóo por una fluidez que condiciona el comportamiento de todo lo que existe. (…) Algún día el hábitat del hombre será como un gran penetrable, y toda su capacidad sensitiva podrá desarrollarse cotidianamente, para devolverse un poco de la felicidad que el mal uso de los elementos despersonalizados le ha sustraído. Y le va a permitir, también, incorporarse paulatinamente a la realidad esencial. Mis penetrables son la puerta de ingreso a una búsqueda que otros habrán de proseguir.»

Lo grande de Soto como genio de la plástica es que a pesar de que los conceptos detrás de su obra son complejos en filosofía y significado, la experiencia que brinda dicha obra es directa y hace impacto en el participante/espectador sin necesidad de que entienda o elucubre el proceso que la produjo.

Me da vergüenza que a personalidades como ésta no se le declaren 3 días de duelo o se les unja post mortem -como si no hubiera habido tiempo en vida- con medallas y reconocimientos por parte del gobierno.

Aquí hay obra, trayectoria y celebración de lo bueno que podemos dar y ser como venezolanos.

Como dije antes es todo parte de nuestro gran desamor.

Vuelve a tus dioses profundos – Eugenio Montejo

Vuelve a tus dioses profundos;
están intactos,
están al fondo con sus llamas esperando;
ningún soplo del tiempo las apaga.
Los silenciosos dioses prácticos
ocultos en la porosidad de las cosas.
Has rodado en el mundo más que ningún guijarro;
perdiste tu nombre, tu ciudad,
asido a visiones fragmentarias;
de tantas horas ¿qué retienes?
La música de ser es disonante
pero la vida continúa
y ciertos acordes prevalecen.
La tierra es redonda por deseo
de tanto gravitar;
la tierra redondeará todas las cosas
cada una a su término.
De tantos viajes por el mar
de tantas noches al pie de tu lámpara,
sólo estas voces te circundan;
descifra en ellas el eco de tus dioses;
están intactos,
están cruzando mudos con sus ojos de peces
al fondo de tu sangre.

Píldora de Cioran

Ando medio depre y tomé la recomendación de Khandika.
Preocuparse por Venezuela y rasgarse las vestiduras desde Bangladesh está como que causando estragos en mí. Hoy me fui en lágrimas cuando unos carricitos le cayeron a pedradas a un cachorro. Y el pobre animal chillando sin entender nada y todavía moviendo la colita acercándoseles. ¿Cuál es que es la canción que pregunta adónde se fue el amor? O como que hay muchas con el mismo tema. En fin.

Pero la red (gracias Señor -si es que estás ahí – por la de cada día) me suple a veces de las píldoras regeneradoras del espíritu. Y así a falta de los cioranes dejados en Caracas encuentro entre varias esta píldora que me hace sentir mejor y que me viene al caso pero por otras razones.

Un fragmento de una entrevista realizada en París en 1983, por Hans-Jürgen Heinrichs. Publicada en el número 373 de la revista francesa «Le Magazine Littéraire�. Cuya traducción está aquí, y la cual si no me equivoco leí en Conversaciones con Cioran deTusquets.

[A partir de hoy dieta de periódico por unos días]

Las contradicciones – Emile Cioran

Siempre he vivido en medio de contradicciones y nunca he sufrido, Si hubiera sido un sistemático, tendría que haber mentido para encontrar una solución. Ahora bien, no sólo acepté ese carácter insoluble de las cosas, sino que incluso encontré en ello cierta voluptuosidad, la voluptuosidad de lo insoluble. Nunca busqué reunir o, como dicen los franceses, conciliar lo irreconciliable. Siempre tomé las contradicciones como venían, tanto en mi vida privada como en teoría. Nunca tuve una meta, nunca busqué ningún resultado. Creo que no puede haberlos, ni en general ni en lo personal. Todo es no sin sentido -la palabra me disgusta un poco- sino sin necesidad […]

Normalmente, de haber sido enteramente consecuente conmigo mismo, no hubiera debido hacer nada en absoluto. Al hacer algo, de alguna forma me contradije, viví en la contradicción.

Pero, toda vida, creo, está, en el fondo, condenada a la contradicción. Quisiera contar algo un tanto idiota: uno va a un cementerio -es un hecho banal- y se entera por una lápida que un amigo, con quien había estado riendo unos días antes, ha desaparecido sin dejar rastro, ¿cómo se puede, después de eso, construir un sistema? ¿Para mí es inconcebible! Uno de mis conocidos, a quien yo quería mucho, un judío polaco, un hombre muy interesante y simpático, con quien yo había bromeado acerca de todo -él era mucho más nihilista que yo- pero… ante su tumba, para mí era, ¿cómo decirlo…?

Es banal, todo el mundo ha experimentado esa sensación… Pero cuando traducimos eso en filosofía, ¿cuál es la conclusión? La conclusión es ésta: incluso el nihilismo es un dogma. Todo es ridículo, sin sustancia, pura ficción. Es por eso que no soy un nihilista, porque la nada es aún un programa. En la base, nada es importante. Todo existe sólo en la superficie, todo es posible, todo es un drama.

Existe, claro, el amor -y con frecuencia me he preguntado: cuando uno ya adivinó todo y todo ha penetrado con la mirada ¿cómo se puede uno prendar de algo? Sin embargo, sucede […] Es incluso lo más verdadero e interesante en la vida. Quisiera terminar esta reflexión con un toque de optimismo: la vida es realmente interesante y atractiva porque, por encima de todo, no tiene ningún sentido. Y, para hablar de eso, doy siempre un ejemplo: se puede dudar absolutamente de todo, afirmarse como nihilista, y sin embargo enamorarse como el mayor idiota. Esa imposibilidad teórica de la pasión, pero que la vida real no cesa de hacer palpable en nosotros, hace que la vida tenga un encanto verdadero, irrefutable, irresistible. Uno sufre, se ríe de ese sufrimiento, hace lo que quiere, pero esa contradicción fundamental es tal vez lo que hace que la vida valga aún la pena de ser vivida…