Mirar al cielo
Ayer el cielo nos regaló una imagen rara de ver: la luna brillante en el crepúsculo acompañada de un arcoiris. En momentos de desasosiego uno debe permitirse ver el cielo. No es que haya respuestas en él, pero sí hay sosiego. No sé si es la profundidad de la altura que se pierde de vista. Si es el azul o los naranjas de atardeceres y despuntes del sol. Si son las nubes que como elefantes etéreos lentamente siguen una marcha sin destino final. Mirar al cielo es una plegaria aunque uno no crea tener fe. Me recuerda que hay todo un universo fuera y del cual somos sólo partículas. Partículas infinitesimales. Mirar al cielo sirve para guardarme, cuidarme de lo pequeño, de lo mezquino y también para agradecer todo lo bueno, desear en alto.
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En alto
me procuro un tiempo de artificios
en ausencia de las formas amables
de nuestros hábitos
el Apocalipsis nos ronda
nos acecha silencioso
tras la basura
es una bestia incansable
es la rabia en espera
temblarán las bases carentes de sólida raigambre
todo se derrumbará leve en la irrealidad
me guardo tras el cerco
de lo deseado
en alto
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