No publiqué ayer nada al respecto adrede.
El medio periodístico se ha perdido en la confrontación del país. Está tan enchumbado en ella que la diatriba entre los medios no se diferencia de la que se encuentra en la calle. El periodismo venezolano no ha sabido elevarse a brindar la alternativa del equilibrio en la información y se ha reducido a tomar partido por uno u otro bando, y eso no es sino señal de que «antes» nuestro periodismo era falloso, complaciente, facilón, porque el de ahora no heredó ninguna gallardía ni tradición en ser el garante de la búsqueda de la verdad en la información.
Siempre he defendido a este oficio porque creo en su nobleza y honorabilidad. En Venezuela, hay excepciones. Gente que trata de hacer su trabajo con dignidad. Pero en general al leer cualquier noticia, cualquier reportaje por encima de presentar los hechos con equidad, se imponen la «opinionadera», la tendenciosidad, el clientelismo. Se sueltan adjetivos aquí y allá, adverbios y superlativos, sólo para tener una pieza escrita con lenguaje dominguero y florido que distorsiona por completo la información a mano.
José Roberto Duque escribe en su blog (las negritas son mías):
El periodismo venezolano ha muerto.
Al respecto, no hay matices, no hay excusas, no hay justificaciones, disimuladores ni suavizantes. Esa mierda que todos leemos en la prensa, vemos por televisión o escuchamos por radio en forma de noticias, no son trabajos periodísticos. Son en realidad objetos propagandísticos destinados a destruir un proyecto de país o adular al líder de ese proyecto de país. Ambas aplicaciones del periodismo son inaceptables: el periodismo debería servir para registrar la verdad, no para ensalzar o destruir personas o proyectos.
El periodismo venezolano se acabó cuando un sector de los periodistas de este país decidió arremeter contra todo cuando hagan el Gobierno de Chávez y sus seguidores, que el chavismo es un asco que es preciso desprestigiar y asesinar moralmente, y otro sector de periodistas decidió que la mejor respuesta a eso era adular a Hugo Chávez y a su equipo de Gobierno.
Todo lo anterior, demolición y adulancia, se ha perpetrado en los espacios informativos disponibles para los ciudadanos hasta límites grotescos, escabrosos, repugnantes. Periodista que no le hace el juego al gran capital le jala bolas a Chávez. De esta manera, cuanto “consumimos” y “compramos” los venezolanos en forma de noticia es en realidad un pastel indigno, compuesto de mucho miedo, mucha negligencia, mucha mediocridad.
A los venezolanos comunes se nos ha escamoteado el derecho a saber la verdad.
La marcha de ayer, al parecer, según la prensa tradicional fue un éxito. Según fuentes que respeto como Luis Carlos e Iria, un fiasco. No me esperaba menos. Ayer escuchando la emisora Mágica FM por primera vez en internet, tuve que apagarla luego de oír a Nelson Bocaranda, Ibeyise Pacheco y Mingo, mandándose abrazos, besitos, «tequieromuchos» y quejándose del estado de las cosas en el país. Me dió lástima, me pareció patético. Todos se sienten víctimas y perseguidos. Mártires. No dudan de sí mismos, no se preguntan ¿y si estamos equivocados? La pregunta ineludible si se quiere desentrañar la verdad de las cosas.
La reflexión de JRD pudiera dar la impresión de que los periodistas son títeres o prostituídos a sus empleadores. Lo cual no dudo de que sea cierto en alguna medida. Pero creo que la mayoría está convencida de que está presentando la verdad. Se ha convencido de que sí está cumpliendo su rol de informar la verdad. Y es que no es nada más asunto de opiniones sino de vivir en realidades disociadas, en ver lo que se quiere ver y oír lo que se quiere oír.
Es inevitable, por humano, que los periodistas tengan inclinaciones políticas o juicios personales, pero hay una ética establecida que previene de la parcialización tendenciosa, y en consecuencia de su influencia sobre la opinión pública. Y es la ética en ejercicio la que se ha perdido. ¿Será que es inevitable porque la falta de ética domina todos los quehaceres nacionales? No lo sé. No sé si podemos deslindar lo que pasa con el periodismo nacional de lo que pasa con todo el país. ¿Es el estado del periodismo venezolano causa o consecuencia?
Pero así como digo que antes de ser chavistas, opositores o ninis, somos venezolanos; un periodista antes que chavista, opositor o nini, debe ser periodista y en su labor de buscar la verdad, no puede darla por sentada, siempre tiene que dudar porque la duda es la que le dará las respuestas que necesita para hacer un buen trabajo. En la Venezuela de hoy no parece que quepan dudas. Surgen tímidas de vez en cuando y son ahogadas por el dogma ciego de cada bando.
Ayer no había motivo para celebrar nada. Ayer debió ser un día de reflexión para los comunicadores. De pensar en porqué escogieron esta senda de vida, de si su rol como servidores de la sociedad está siendo realizado y si no, qué deben hacer para recuperar el objetivo de buscar y presentar la verdad de las cosas.
Ayer marcharon un pocotón de ciudadanos. Y no sé si estaban claros porqué marcharon. En el mantenimieno de la libertad de expresión todos tenemos responsabilidades. Y sin verdad tampoco hay libertad.