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Luz verde

De repente el cielo de Dhaka se tornó blanco amarillento y la atmósfera se llenó de una extraña luz verde en medio de la semi penumbra que la densidad de las nubes ha provocado.

Lo increíble de estas «nublaturas» en Dhaka es que las nubes no parecen ser nubes y el cielo pareciera que fuera un techo compacto de alguna masa gris pastosa, sin irregularidades ni volúmenes. Es un cielo muy raro que provoca las más extrañas luces. A veces naranjas, a veces amarillas en medio de esa casi oscuridad que provoca el encapotamiento del cielo en pleno día.

Hoy por primera vez la luz de la atmósfera se ha puesto verde.

Un verde lechoso, que se me antoja pensar pudiera ser el tono de la luz de la superficie de Venus o cualquier otro planeta extraño lejos de aquí.

El piecito que faltó o noches estroboscópicas de Dhaka

La verdad es que lo me faltó fue echar un piecito en Caracas.
No me pregunten porqué, no andaba de humor allá para bailar y hoy no he sino pasado el día oyendo musiquita como para bailar rico, entre ellas unas salsitas, uno que otro reaggeton divertido y la canción de Shakira con el Alejandro Sanz al que santo o diablo creo que le perdonaría todo. Me tomé dos palitos al llegar a casa y ando con el intelectual por el piso y el rumberismo a millón. Pero dónde coño puede uno rumbear en Dhaka. No hay dónde. Nada. Nanai. Nothing.

Entre la otra musiquita que estoy oyendo está un tripocho buenísimo que compré de lo mejor del rock en español (que viva el copytheft para el Tercer Mundo, las mejores selecciones en los tripochos!), clásicos de Los Prisioneros, Hombres G, Maná, etc… ¡qué nostalgia! Aquí mis compañeros de trabajo consternados conmigo cantando en la office (pronúnciese opish) con los audífonos puestos y ellos ni idea de lo que vocifero en español. Ni me enteré de la mezquita de al lado con su altavoz a todo volumen sumándose a las del resto de la ciudad llamando a orarle a Aláh. Hay que ver lo rico que es sumergirse en lo de uno nada más por un rato, no pararle a CNN ni las noticias ni la paranoia en esta ciudad después de las 400 bombas que explotaron hace unos días llamando a incrementar la observancia del Islam. Cómo puede vivir esta gente sin la alegría de una rumbita… En este tópico no me cabe lo políticamente correcto ni el respeto por las culturas y demás paja.

Pero Dhaka guarda sorpresitas. Cómo la noche en que acabando de conocer a parte de nuestro grupo de amigos, luego de bajarnos una botella de ron entre ellos y yo sola una de vino, a eso de la una de la madrugada explota una música a todo volumen y les digo a los panas que subamos al tejado a ver dónde es la fiesta en el vecindario para colarnos y de paso para que vean la piscina… y ¡Oh, sorpresa! la rumba era en el techo de mi edificio a la que nos sumamos con tragos ya en mano a bailar… Estábamos deliciosamente prendidos y ya la época de lluvia había empezado. La luz estroboscópica de la miniteca (yes, miniteca y todo) hacía que las gotas de lluvia parecieran diamantes cayendo del cielo de la noche. Qué alucine. David y yo bailando como locos bajo la lluvia, Lino con cara de atónito porque la vecinita bangladeshi de lo más sexy ella en su breve vestido le agarró una nalga y Edgar y el resto evitando que nuestro otro amigo en medio de una depre se tirará por el borde de la azotea cuando no perseguía a la vecinita sexy de paso dueña de la celebración. La música proporcionada por «El Chino» uno de los marines puertorriqueños que estuvieron en duty por acá en la embajada de la América de los «estadounidenses». Dimos el show y ciertamente nos ganamos una famita con los vecinitos según la versión de una amiga mexicana a la que le llegó el chisme, claro nadie le dijo que le estrujaron la nalga a mi esposo (rico papi), pero ¿who cares in Bangladesh?

De resto tenemos noches latinas en casa de un keniano de Mombasa de origen indio, amante de la música latina, que en su «Casa Loca» decorada como un Buddha Bar se arman unas fiestas a las que por supuesto vamos los latinos a prenderlas con salsa y bailes sevillanos animados por Milita, Martita, Carmencita y la presente servidora aunque en realidad le echamos pichón a lo que sirva para mover el esqueleto. Hemos celebrado allí toda clase de eventos pero especial fue el cumpleaños de nuestro amigo anfitrión con bailarina de los siete velos y del vientre, una brasilera muy bella candidata a madre de los hijos de todos nuestros amigos (hubieran querido ellos) importada directamente desde la India donde trabaja (y luego dicen que el realismo mágico es inventado). También tenemos las fiesticas en las casas de cada quien pero terminan siendo como cápsulas de rumba to go.

La verdad es que no entiendo porqué no tenía las ganas de un piecito en Caracas. Mi rumba como que ya no es en ella… ¿será?

Pero hoy no hay plan. Lino anda con gripe y no hay rumbita a la vista, ni «Casa loca», ni nai. No es viernes de fiesta y ni siquiera de oración. No habrá piecito.

Monzón

Luego de semanas de extremo calor en las cuales la temperatura fluctuó entre 33 y 40 grados centígrados. Hoy, luego de someternos a la incertidumbre de si el 14 de junio sería de verdad la fecha del inicio del monzón -como tradicionalmente es-, ha reventado una lluvia con truenos y relámpagos que ya tiene cayendo dos horas y media ininterrumpidas y que no pareciera tener intenciones de amainar.

La incertidumbre se nos presentó en la forma de un cielo encapotado y pesado durante los tres últimos días. A veces unas gotas de segundos amenazaban con dejar libre al cielo, pero nada. Nos sentimos por esos tres días como si viéramos oscilar una bombita de agua monstruosamente a reventar sobre la punta de un alfiler. Esperando que el peso del agua solucionara el agobio del calor dakhaíta.

Algunos llegaron a pensar que en realidad sí estaba lloviendo esos días pero que el agua se evaporaba antes de llegar al suelo, contribuyendo a la espesa humedad que nos estaba empapando el alma de bochorno. Pero no era sino una de esas alucinaciones (con el perdón de los alucinados) que estos climas tropicales producen sobreimponióndose a toda razón.

Rumba en Dhaka

Bueno, si algo no me esperaba en Dhaka era tener rumbas a lo latino en casas que no lo fueran.
La de ayer estuvo buen�sima. Habib el anfritri�n es de Kenya de origen indio. Mombasa para ser m�s precisa y es ismael�. Cuando lo conocimos fue la gran grata sorpresa porque conoc�a gente que son amigos nuestros de Uganda y Kenya y adem�s es un enamorado de la salsa y todo lo latino.
Su casa se llama Casa Loca. Est� decorada como el famoso Buddha Bar.
Por supuesto el grupo hispano somos los que prendemos la cosa al ritmo de Carlos Vives, Chayanne, Juan Luis Guerra, Celia, Gypsy Kings, Oscar de Le�n, etc. Paula de Colombia; Edgar y Julio de Guatemala; Josep de Catalunya; Carmen, Mercedes y Laura de Espa�a; Lino y Kira de Venezuela hemos acaparado la pista. Nadie se imaginar�a que estamos en pleno Ramad�n y en medio de Bangladesh. El resto de los invitados bangladeshis, indios, franceses, canadienses, suecos, italianos, franceses, etc.
Conoc� a un canadiense de origen liban�s cuyo padre mand� a su hermano menor hace cincuenta a�os a Maracaibo y se radic� all� para nunca m�s volver al L�bano. Ricardo Aboud es el nombre.
Le preguntar� a Mildred, tambi�n maracucha a ver si lo conoce de referencia y se cumple lo de los seis grados de separaci�n en este caso.
El mundo de repente se encoge cuando se est� tan lejos y las conversaciones y los pensamientos siempre nos llevan de vuelta a nuestra patria.
En medio de la bailada suena Moliendo caf� version techno… Qu� nostalgia en medio de la rumba, pero nos la bailamos…