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¡Un cheverísimo 2005!

Hace unos días ví una lista de palabras pavosas de los ochenta y noventa que estaban construyendo en chorro de escape… [el link del post no lo encuentro] y entre ellas estaba chévere. Y la verdad es que me desinfló la idea de que chévere que es una de mis palabras favoritas se considerara pavosa ahora. Si bien tengo 6 años fuera, tengo la idea de que las cosas especialmente el lenguaje coloquial nuestro, el eslang, no podría haber cambiado tanto como para que esta palabra se considerara pavosa cuando es una de las palabras que típicamente nos identifica a los venezolanos en el exterior. Especialmente en España, donde fue popularizada por nuestro principal producto de exportación cultural, la telenovela, con los hits La Dama de Rosa y Abigaíl.

En mi caso, la uso sobre todo cuando estoy con otros hispanos. Es como una manera de reforzar mi venezolanidad. En comunidades pequeñas como ésta y como la que teníamos en Uganda, los unos adoptábamos vocablos de los otros y la verdad es que al final hablábamos un patuá de jergas y acentos que si nos hubieran dejado aislados unos cien años, tendríamos un idioma nuevo basado en el español.

En todo caso, el post viene a cuento porque chévere, como dije, es una de mis palabras favoritas y me levanté pensando en que ojalá este año 2005 lo sea y terminé preguntándome cuál sería el origen de esta palabra. El novelista cubano Lisandro Otero nos dice que antes se usaba en Cuba pero ya no, y en general es considerada ahora una palabra típica venezolana. Para aquellos que les interese, aquí encontré esta explicación del origen en un foro cubano-alemán:

«Don Raúl A. Fernández nos cuenta en la Internet lo siguiente: La palabra chévere o ‘chebere’ existe y ha existido en el lenguaje ‘efik’ de la costa occidental de Africa. Durante más de dos siglos el vocablo es usado en estribillos cantados en la sociedad secreta ‘abakua’ de Cuba, conocidos generalmente como los ‘nanigos’. El vocablo significa el bravo o el chulo. Los ‘abakuas’ se organizaron en logias de su sociedad secreta llamadas ‘plantes’ en La Habana y Matanzas. Como parte de su liturgia los iniciados participaban en procesiones públicas en las ciudades de Regla y Guanabaco, no tanto en La Habana propiamente dicha, donde uno de los cánticos entonaba así: Ekue, ekue, sabiaka mokongo ma chebere…. Esta tonada se encuentra en grabaciones basadas en temas ‘abakua’ grabados en Cuba por Cachao en los años cincuenta, y luego por Tito Puente: Chévere, chévere… mi mulata sí que es chévere. Es a través de la música que palabras como chévere (del ‘efik’) o ‘ache’ (del ‘yoruba’ o ‘lucumi’) tan usada por Rolando LaSerie y Celina pasan al vocabulario de todo el Caribe. Sobre el origen de la palabra los interesados pueden consultar la obra de doña Lydia Cabrera, La sociedad secreta abakua*, publicada en Miami y Barcelona. (Ven., Hon., Cub. y Col.) 2.- En México la expresión está chévere tiene el mismo significado que las siguientes expresiones: está suave o está buenísimo. Esto demuestra la [gran] difusión que ha llegado a tener la expresión venezolana. (Méx.)»

* Cabrera, Lydia La sociedad secreta Abakua; narrada por viejos adeptos. Ediciones CR, Havana. 1959, 296p. + 16p. illus.

Metalhen en un post también se pregunta sobre el significado, lo cual generó una serie de comentarios interesantes. En la búsqueda encontré también esta página con venezolanismos y esta otra de mi punto.com, y otros «ismos» listados por BBC mundo realizada con el aporte de los lectores. También ésta de expresiones venezolanas con la traducción en inglés… que de verdad que da risa porque las traducciones suenan como un helado de yuca. Insípidas y sin gracia. Una última de venezolanismos históricos en el sitio de la Fundación Polar.

Pero, bueno, sé que los cambios políticos y todo lo que está pasando en el país ha introducido no sólo vocablos nuevos sino otra manera de decir las cosas, empezando por los famosos soberano, escuálidos, etc.

Mi nostalgia prefiere pensar que las cosas no han cambiado tanto y que por lo menos chévere sigue siendo una palabra benévola, ideal y venezolana para desearles cosas buenas para el 2005! Sé que no es la mejor, hiperbólica y grandilocuente expresión que podríamos escoger como que sea de pinga o arrechísimo, pero para como están las cosas en el mundo, chévere creo que es más realista y asequible… y para darle énfasis pues que el 2005 sea cheverísimo!

Como epílogo a este post un hermoso artículo de Angel Rosenblat sobre el castellano en Venezuela

{PD: Agradeceré me den datos sobre palabras que ahora se usen y que hace unos 5 años nada que ver.}

La palabra del día por Ricardo Waale.

A los pintores les debe suceder: fascinarse con los colores sobre sus paletas… A los músicos con las voces de la escala musical…Y a nosotros nos sucede igual, pero con las palabras.

Hoy, por ejemplo, libélula. Todo el día, libélula.

Li-bé-lu-la. Libé… lula. LI-BÉ-LU-LA. Liiiiiii… béééééé…luuuuu… laaaa… Libélula.

Una palabra que gusta; que me gusta. Sólo por la palabra, porque en el fondo no sé qué cosa realmente es una libélula. A veces me sucede con el abecedario, y es entonces cuando me rebelo contra la ortografía. Hay tiempos en que puede gustarme una letra en particular -la «K» por ejemplo-, y entonces, a sabiendas de lo que es una caraota prefiero escribir karaota, o poner en el renglón lugar de nacimiento de los formularios Karacas. Cosas a sí muy simples y sencillas de comprender, pero siempre malinterpretadas como una extravagancia o un signo de provocación. Naya miá lellano a la beldá.

Entonces, libélula. Bueno, tengo una idea: pienso que es un bicho. También la asocio con helicóptero o con una lágrima de agua. Conclusión: una libélula ha de ser un insecto que puede detenerse a llorar agua en un mismo punto en el aire.

Como soy muy precavido -y aunque parezca increíble, no todos pensamos igual- busco a veces en el diccionario para ver qué se piensa sobre una palabra «X». A veces es muy triste porque uno cae en cuenta de que se está, como quién dice, meando fuera del perol; o que uno mea, acaso, en un perol muy distinto.

Veamos: libélula. f. Insecto de cuatro alas membranosas, que vuela rápidamente cerca de las aguas, llamado vulgarmente caballito del diablo.

Casi, pero de helicóptero nada, más bien un jumbo con cuatro alas. Luego, no llora agua sino que vuela sobre ella. Bonito eso de que también la llamen caballito del diablo.

Cosas así suceden con las palabras, todo un mundo, un mundo de letras que afecta nuestro personal universo mental. Una fantasía más, sin duda: la vida es un juego y el mundo su juguete. La única regla es saber jugar, no vaya a ser que por zoquetes nos lleve el diablo… en su libélula.

Texto extraído del libro Memorias en la Laguna de Ricardo Waale.
Monte Ávila Editores Latinoamericana. Caracas, 2003.

Chávez o el terror en las palabras

Con estupor de nuevo veo en la pantalla del televisor imágenes que pensaría corresponden a otro país diferente del mío. Desde la distancia, con horror de nuevo leo en la prensa digital venezolana cómo varios periodistas fueron golpeados e insultados por los… ¿Cómo llamarles? ¿Manifestantes pro-gobierno, violentos (al estilo colombiano), bolivarianistas, chavistas, …? Se me acaban los eufemismos. ¿Por qué manifestantes a favor del gobierno utilizan la violencia y amenazas terroristas en contra de instituciones establecidas por el mismo gobierno? ¿Por qué líderes políticos del gobierno prometen huelgas de hambre y amenazan a aquellos que no siguen su línea de pensamiento?

A lo sucedido en estos últimos días en el país no se le puede tildar sino de terrorismo, simple y llanamente. Terrorismo verbal, terrorismo de bala. Amenazas verbales contra la vida y bienestar de las personas, y acciones violentas para amedrentar a aquellos que muestran una tendencia contraria a la política e ideología del gobierno.

Nunca pensé que aparte del terror de salir tarde en la noche, tuviera ahora que considerar en mi país el terror a disentir. A escribir un artículo y declarar “yo opino”.

Durante su lanzamiento como líder político civil, su campaña y su posterior victoria me asombraba la cantidad de personas vinculadas a oficios intelectuales como la escritura, la enseñanza y el pensamiento que apoyaban enardecidamente a Chávez. Muchos de ellos hoy denuestan de él y lo bañan de improperios en cada oportunidad o son miembros activos de la oposición.

El discurso estuvo allí desde el principio, sembrando rencor, odio social, odio racial, … intolerancia y violencia a través del irrespeto, el flagrante insulto. Las palabras usadas sin ningún tipo de conocimiento o consideración hasta cambiaron de connotación en su uso cotidiano. No hacía falta ser Umberto Eco para darse cuenta. ¿Era producto ese lenguaje de su proveniencia humilde y llanera? ¿Un toque folclórico de su habilidad coplera nada más, cómo algunos justificaban?

La preocupación que me causaba oírlo hablar no era porque formase parte de la “élite privilegiada”, de la clase media o porque su colorcito no me complaciera (yo también tengo mi colorcito), sino porque realmente me daba miedo lo que decía. Y ese miedo se ha hecho realidad.

Terror en las palabras

Mucha gente, no chavista, en un principio subestimó el lenguaje usado por el presidente. Creyeron que el palabrerío de cada discurso sería llevado por el viento y que todo, después de la resaca del día siguiente, sería olvidado. Luego vinieron la primera invasión, la ley de tierras, el decreto sobre la educación. Hoy, esa gente que sencillamente no era partidaria de Chávez porque prefería otra opción es hoy anti-chavista. Porque esas amenazas que parecían sólo producto del enardecimiento de los mítines con el tiempo se fueron volviendo realidad.

El presidente se ha convertido, para mí, en el terror en las palabras. El terror a perder libertades y derechos. El terror a ser agredido por el color de la piel, por el estatus social, por la diferencia de opiniones. El terror a ser perseguido, espiado, el terror a ser invadido, despojado de la propiedad o incluso de la nacionalidad, el terror, en fin a perder los derechos humanos que Venezuela refrenda en su constitución, pero que al parecer son letra muerta para los decires del presidente y sus acólitos.

Pensar que su discurso no es premeditado sería caer en la misma ingenuidad anacrónica en la que cayeron los despechados de su “traición”, hoy acérrimos anti-chavistas.

A las palabras del presidente no se las ha llevado el viento, ahora tenemos grupos paramilitares terroristas en el país gracias a su verbo. Grupos con nombre que se arrogan el privilegio de estar más allá de Dios y el Diablo, que están segurísimos de tener la razón sin cabida para ninguna duda. Grupos que brindan conferencias de prensa, portan armamento militar de alto calibre y poder de destrucción. Grupos que dan los nombres de los que están en su diana.

Sin duda es urgente e importante saber quién está detrás de estos grupos y de otros que seguramente surgirán, quién los financia, etc.

Pero, así como el presidente hace y deshace con las palabras sin ningún tipo de mesura, así también la otra cara de la moneda, la de la oposición también me hace erizar de alarma.

La otra cara, el otro verbo que es el mismo

La violencia verbal del presidente, es seguida de cerca por la de sus detractores. El insulto fácil aflora en declaraciones y artículos. El juicio terminante en el texto periodístico.

Existe un círculo vicioso ya de no decir nada sino que Chávez es esto o lo otro, lo cual es fácil. Difícil es mantenerse en la mesura, en cuidar el vocabulario porque las palabras son también armas y así como el verbo presidencial ha hecho aflorar el resentimiento social, racial y político, en muchos casos el de la oposición no contribuye en nada a lo contrario.

Estos son tiempos peligrosos. Transición, guerra civil, golpe, matar son palabras en la boca de todos. Casi como mantras están siendo pronunciadas y de seguir siéndolo conjugarán realidades. La tentación de usar los espacios de discusión para contestar al insulto y expresar la indignación con otro insulto está ahí. La rayita que hay que cruzar es demasiado débil y tenue, casi invisible.

La diferencia está en el detalle, en el detalle de las palabras. Las palabras pueden erigir religiones, y construir universos. Las palabras también pueden matar. Pueden matar gente pero también pueden destruir gobiernos.

Y ahora la palabra miedo aflora en la duda… y si estos nuevos grupos de nombre pintoresco y corte terrorista, en realidad, no tuvieran nada que ver con el gobierno o la oposición. Y si realmente fueran estos grupos, unos espontáneos inspirados por la actual situación y las impunidades del 4 de febrero, 27 de noviembre, 11 de abril y demás fechas, que están también buscando su protagonismo histórico, que tratan de tomar el timón.

¿“Las armas están en el pueblo”, señor presidente?