Este retorno es un cansancio que socava. Inaprehensible, elusivo. Cansancio de los afectos desbordados, interminables decepciones, cansancio del paisaje que se burla desde todas sus máscaras y me erosiona subversivo. … Continúa leyendo Cansancio
Este retorno es un cansancio que socava. Inaprehensible, elusivo. Cansancio de los afectos desbordados, interminables decepciones, cansancio del paisaje que se burla desde todas sus máscaras y me erosiona subversivo. … Continúa leyendo Cansancio
Ya estoy de vuelta en este lado del mundo.
Aterrizamos y una vez afuera del aeropuerto la humedad nos enchumbó el alma. El día gris y bochornoso de calor, las aguas de los lagos elevadas… este año el cielo decidió no descargarse tanto y darle una tregua a Bangladesh.
Cuando llegué a Caracas, El Avila se me hizo gigante. Es una presencia que extraño en cualquier ciudad que visito y que hace a Caracas tan única.
Tengo dos días en Dhaka y no sé que me depara el día de mañana ni la semana siguiente. No tengo muchas certidumbres, sólo me traje la de las cosas que extraño y necesito. Y entre las dudas, el no saber si lo que necesito de esas cosas es justamente extrañarlas.
Pasé en suma 5 semanas en Venezuela y como semana y media en Barcelona. Perdidos unos tres o cuatro días en total encaramada en aviones o encerrada en aeropuertos. Hay varias reflexiones pendientes para este espacio y alguna que otra anécdota. La visita no me dio muchas sorpresas, corroboré muchas de mis percepciones así como las interrogantes sobre el futuro del país. Pero ya poco a poco iré desgranando todo esto mientras mastico lo vivido en estas últimas semanas y asimilo la vuelta a la rutina en Bangladesh a la que me resisto porque no quiero estar de vuelta.
No necesito a Dhaka teniendo una Caracas siempre ignota por más que uno trate de asirla. Y Bangladesh se me hace estrecho y monótono para todo lo que tiene Venezuela… No me juzguen mal que igual disfruto la monotemática humedad con calor o frío y el agobio del gentío que lo puebla, solo estoy exhibiendo mi humor mañanero ante el hecho de tener que alistarme para salir de casa y abandonar por unas horas los ensueños del viaje por la realidad de la oficina.
Volveremos.