Carroñeras

Trigal con cuervos de Vincent Van Gogh

En Caracas, podía pasar horas viendo volar a los zamuros (zopilotes) de azotea en azotea. Y a pesar de medrar en la basura y los animales muertos, los sentía [siento] tan libres. Me gustaba sentarme en el balcón del apartamento y verlos en contraste con el azul del cielo y el lento transcurrir de las nubes.

En Uganda, descubrí los marabou stork. Una suerte de cigueña de como un metro cincuenta de estatura con una bolsa que cuelga pajo el pico a la manera de los alcatraces. Estos seres estaban protegidos por el gobierno, en parte [totalmente] porque no hay sistema de recolección de basura. En toda la ciudad caminan con parsimonia entre las montañas de desechos y vuelan espectacularmente libres. A los nidos monumentales nadie los perturba. La cría blanquita se va tornando gris y poco a poco la impoluta apariencia se mancha por los efectos de la carroña. Uno veía también águilas pescadoras, cuervos de pecho blanco y una suerte de gavilán marrón por toda la ciudad, pero el rey es el marabú. En el interior del país es donde abundan los zopilotes, también con majestad, sobre los restos de la muerte cotidiana.

En Dhaka, hay muchas águilas pescadoras por los lagos y ríos que posee la ciudad, halcones, búhos y gavilanes, pero sobre todo, cuervos. Cuervos negros. Frente a mi ventana, entre los jardines vecinos vive toda una comunidad. Unos 30. Se paran en la baranda del balcón, en la fronda del árbol de mango que da a mi apartamento. A las 5 de la mañana en vez de gallos se oyen cuervos. Dependiendo del día me recuerdan a Poe, o esa última (y debatida) pintura agorera de Van Gogh o esa otra no me acuerdo de quien, de los cuervos parados en los cables de la electricidad. Graznan todo el santo día y me pregunto de qué hablarán. Su vuelo es rápido y certero. Son inteligentes y te miran como queriendo decirte algo. Nada de andar suspendidos en el aire flotando en contemplación… o rara vez. Pero también son libres.

Por supuesto me gustan otros pajaritos más tiernos y dulces, y también otros con más estátus como los loros. Los loros reales, las guacamayas, los kasukus grises africanos o los verdiazules de por acá. También las de rapiña: gavilanes, águilas, búhos y halcones. Pero nada como las carroñeras.

No sé qué me hace gustar estas aves ni porqué las asocio con libertad. El vínculo no me es tan obvio, porque la muerte no la veo como liberación ni reposo. Siempre me debato entre si final o finalidad.

Supongo que serán cosas de mi lado obscuro, que a veces de día es insomne.

5 comentarios sobre “Carroñeras

  1. El zamuro como el marabou tambien nace blanco… No has oido el dicho «zamuro nace blanco»?
    Para gustos y colores… a mi me parecen de mal aguero, sobre todo los cuervos.
    El cardenal me gusta mucho.
    P.S: O sea que no vas a contar sobre Malasya? =P

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  2. me encantan las de rapi�a, �guilas, halcones, b�hos, lechuzas, aunque tambi�n todos los loros, pericos y guacamayos que pueblan nuestros cielos. �Llegaste a ver las hermosas guacamayas azules de Caracas? Todav�a las veo de vez en cuando en mis madrugonazos para entrar a Caracas, volando de poste en poste en la autopista frente a Fuerte Tiuna o frente a los Pr�ceres. Hermosas de verdad.

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