Llegué hace unos días a Dar es Salaam, la capital de Tanzania. País que federa dos estados autónomos, Tanganyika y Zanzíbar. Salí de Dhaka con emociones encontradas porque no me quería mover de casa, pero al mismo tiempo, tenía y tengo la excitación de un nuevo reto en mi trabajo y me llamaba la atención pasar más de un mes en Dar, ciudad en la que sólo he estado de paso y que quería conocer mejor para completar el trío de ciudades de Africa del Este.
Dubai
El vuelo me hizo pasar una noche en Dubai, al igual que en Enero, cuando también pasé una allí en ruta a Uganda. En aquella ocasión el retraso del avión sólo me permitió apreciar Dubai de noche en uno de esos tour de 3 horas para ver rápido la ciudad. Esta vez, aunque con más tiempo, me fui a un centro comercial justamente a apreciarla por lo que es famosa, los centros comerciales y por supuesto hacer algo de «shopping de vidrieras» que es algo que no puedo hacer en Dhaka.
¿Qué les puedo decir de Dubai? Es una ciudad occidental pero… árabe. Es como si estuvieran en una ciudad de Estados Unidos, una suerte de Miami, llena de arena y árabes. Y digo esto a propósito. No es una ciudad árabe que parece occidental. Sino lo contrario. Los hombres vestidos con sus batolas blancas y sus pañuelos rojos y blancos en la cabeza, las mujeres cubiertas… a excepción de los millones de forasteros que viven en ella. La cultura local se pierde en la exacerbada occidentalización de edificaciones, facilidades, franquicias, e incluso en la atención al cliente-visitante. No me entiendan mal. Me parece genial lo que han hecho en previsión de la terminación de sus reservas de petróleo en unos años, pero eventualmente, creo que será un rollo cultural para la gente de los emiratos, especialmente el emirato de Dubai – si no lo es ya-, esta mixtura de modos y costumbres con una población fija y flotante de extranjeros que si no recuerdo mal, excede ya a la de los nacionales.
En el centro comercial, la mayoría de las tiendas eran occidentales: Benetton, GAP, Levis, Giordano, Starbucks, McDonalds, Burger Kings, Carrefour, etc. Distintos idiomas dominando la atmósfera sonora, con una predominancia, que me pareció curiosa, del ruso y otras lenguas eslavas. Me llamó la atención una boutique de las túnicas negras o sobretodos negros llamadas abayas que usan las musulmanas, de distintos materiales y con bordados, pedrerías, etc. que me parecieron interesantes y paradójicas, porque son supuestamente para ocultar la coquetería femenina y suprimir las tentaciones a los hombres, pero he aquí que en el recato que deberían hacer ostentar son coquetas también.
Dubai es una ciudad que quiero visitar de nuevo por unos días y caminarla para intentar descubrir su color local original. En el tour nocturno que hice a principios de año, me encantó la entrada del mar en la ciudad que ocasiona como un largo puerto de pequeñas embarcaciones y que lucía prometedora para fotos y recorridos interesantes. De resto la guía del tour (una filipina) se limitaba a decir: ésta es la construcción del edificio que será el más grande del mundo; éste es el centro comercial más grande del mundo; éste es el único hotel de siete estrellas del mundo; ésta es la pista artificial de esquí más grande del mundo, etc., en un paseo que continuamente parecía una hipérbole sin nada relevante que mostrar, hasta el final cuando llegó al primer palacio del Emir y pensé, okay, aquí viene algo bueno… pués no. Luego de haber contemplado tantas cosas más grandes en el mundo, el palacio parecía la casa más perdida y más pequeña en medio de las autopistas y la línea del horizonte poblada de edificios de arquitectura hipermoderna y forrada de cristales.
Eso sí, los edificios son diseñados por los principales arquitectos del mundo. Espectaculares en diseño y estampa. La ciudad está completamente planificada. Cuadriculada a la perfección para tener todos sus servicios como debe ser. Hospitales, escuelas, teatros, oficinas, todos se reparten equilibradamente, así como las áreas de negocios de finanzas, biotecnología, entretenimiento, etc.
Esta vez, aunque estuve sólo en el centro comercial, no dejé de pensar en la paradoja de la boutique de las abayas, porque era como la metáfora de la paradoja de Dubai y las Emiratos Árabes Unidos en general. Luego de convertirse en la atracción comercial, empresarial y turística del Oriente Medio y del Occidente inversor, se adentra comercialmente en el Oeste comprando hoteles, propiedades inmobiliarias, centros comerciales y puertos, para luego ser rechazada por árabe en pocas palabras. El comentario se refiere a las noticias de hace unos días acerca del manejo de los puertos que querían «comprar» y la controversia que se armó en EUA. Por un artículo en la revista Times, me enteré que Dubai maneja uno de los puertos de Venezuela. Cuál, no sé, pero cómo se ha puesto de chiquito el mundo, y qué irritante es para el Occidente cuando la globalización empieza a funcionar de Oriente para allá. En fin. Gente como yo, perteneciente a las ligas inexistentes en los juegos de los poderes del mundo, nos contentamos con comernos un excelente Babaganush en la cena en el hotel con unas aceitunas negras espectaculares y vacilarnos una sentada en el Starbucks del mall al lado de señores con su vestido blanco árabe tradicional tomándose un caramel machiatto de lo más niuyorquinos en pleno Oriente Medio, engolosinándonos con esos contrastes.
Luego de la parada obligada en Dubai, tomé mi vuelo sin contratiempos a Dar es Salaam. Un avión con una población cosmopolita de pasajeros. Mi compañero de vuelo, un coreano, enfrente unas gringuitas con los papás más adelante, atrás unas kenyanas, más allá unos alemanes, luego indios y tanzanos, rusos, y entre ese universo, esta servidora de la tierra del turpial. De repente, se me vino a la mente la serie Lost y empecé a alucinar con la Torre de Babel que sería perderse en un desastre aéreo con estos compañeros de vuelo.
En el avión pude disfrutar de las vistas del cielo por encima de las nubes y más abajo las irregularidades del terreno de Etiopía a donde el Valle del Rift termina menguando.
Aterricé en Dar es Salaam, en un día glorioso de sol y nubes gordotas…
Y hasta aquí dejo el cuento como abreboca, para cuando tenga foticos y tiempo.
mmm…. allá, como que invierten sus ingresos en ellos mismos, no?…. Aquí papá noel, sigue con su regaladera de lo que no es de él.
y la «tripa lost»… muy cómica…
Saludos.
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¡¡¡QUÉ DELICIA LEERTE!!!… Nunca había reparado en esa amalgama que es Dubai, en realidad nunca había pensado en Dubai más de dos segundos, que fue el otro día al enterarme que el indefinible Michael Jackson ahora vive allí… pero me abriste el apetito por saber más. Gracias por tus crónicas, me parecen increíbles… y mejor no pienses en LOST, sólo con la idea se me eriza la piel. Sé feliz.
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