Una de las cosas peores de estar ausente tanto tiempo de la tierra de uno es enterarse de la partida de gente que se quería o la que uno asumía que estaría allí como por siempre, porque su energía, su presencia se nos antojaba vital e imprescindible para el pequeño cosmos al que uno pertenecía.
Y de ese cosmos donde gravitaban esos afectos fueron desertando de esta vida, Denzil Romero, en plena fuerza de su voz, Salvador Garmendia, conciencia imprescindible, Adriano González León, demasiado grande e infinito, exceso de la literatura y de la vida, Alejandro Salas, artífice de la intelectualidad y la sensibilidad sin alardes, Leonardo Milla, amigo y maestro de las lides editoriales, entre otras figuras queridas de este medio literario y cultural empequeñecido por la fractura mezquina de la situación del país.
De la lejanía uno lamenta la imposibilidad de haber tenido una última conversación. Haber tomado el último café y haber dicho, expresado de alguna manera, el cariño permanente profesado. Y aún aterrizada en Venezuela pero todavía en proceso de conectarme estoy padeciendo de esa imposibilidad.
Ayer se fue Stefania Mosca. Está en mi recuerdo su belleza e inteligencia emparejadas en igual medida. No puedo dejar de conmoverme. De sentirme por un lado bastante triste de saber que esta mujer chispeante haya dejado este pequeño universo nuestro, y por otro lado feliz de que haya podido dejar una obra coherente a pesar de su relativa juventud literaria y una vida llevada con pasión no sólo en lo personal sino en lo profesional. Con todo derecho ocupa su lugar en nuestras letras.
Stefania asumió una postura de apoyo a este gobierno y fue vocal en su defensa y en su participación en el mismo. Eso, tengo entendido, fue motivo de que mucha gente del medio cultural, que está en oposición, se alejara de ella. Es una lástima que se haya llegado a esto. En una lástima porque de verdad no vale la pena. De verdad. Ahora qué posibilidad de reencuentro hay. La vida y sus sorpresas la han negado. Creo que el futuro nos hará ver las cosas en su justa medida. Espero que brinde la oportunidad a muchos de perdonar y perdonarse las ausencias, los cariños y el respeto condicionados. Que nos retire la miopía que nos ocasiona tanta amargura, que nos aleja de quienes queremos, que nos impide caer en cuenta que en el fondo y al final nos preocupamos por lo mismo.
Stefania escribió en un artículo hace unos meses «Es recurrente en la mujer que escribe enfrentar el mundo que la oprime, desafiar la hoguera que la amenaza» y a pesar de que el contexto del artículo era otro, no puedo sino pensar que su vida se signó por ese enfrentamiento y ese desafío como escritora y como mujer.
Sin duda, será extrañada.
Enlaces:
Tenemos que recuperar el sentido de las palabras
Se apagó la voz de Stefania Mosca
Respetada Kira, nos es muy grato saludarte en la oportunidad de comunicarte que tines un merecido premio en nuestro blog.
Un fraternal saludo.
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Cada vez me sienta peor leer sobre la desaparición de alguien, aunque no lo conozca, aunque ni siquiera haya escuchado o leido nunca nada de el o ella, debe ser la edad, o el estado de «preocupación existencial»
La palabra crisis me desborda.
Lo siento
Salud
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El país partido en dos, insolado por un mar de silencio y uno termina enterándose de cómo sus amigos mueren, porque la prensa sigue siendo fiel a las noticias (así sean malas). Paz a la bella Stefania y larga vida a su memoria: quiera el recuerdo ser más benigno que esta hora de mala voluntad para cualquier tentativa trascendente. ¿Cómo vamos a reunirnos, los que vamos quedando? ¿Quién recibirá a los que vendrán?
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Hola Kira! que gusto leerte!
como siempre
interesante todo
y un lindo homenaje
un beso grande
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