Divagación sobre Aeropuertos

Amanecer en Aeropuerto
Amanecer en Aeropuerto

 

Me fui por 5 aeropuertos. Simón Bolívar – Caracas, Charles de Gaulle – París, Schiphol – Amsterdam, Kuala Lumpur (una parada técnica con desembarco), Soeharto Hatta – Jakarta. Salí el 1ro de enero sin olvidar el año viejo todavía, a trancas al nuevo a pasear las maletas a las antípodas y 11 horas y media de diferencia. Aterricé en Jakarta el 3 de enero en la noche.

Regresé anteayer, pasando por los mismos 5 aeropuertos, 3 meses luego que pasaron como flechas en cámara lenta, salí el 29 y llegué el 30 a final de la tarde, recuperé 11 horas y media de mi vida o eso es lo que se dice luego de perder un total de 5 días que se me escapan en el tránsito de haber visto tantas caras igual de extenuadas por esperas, arrastrar maletas y maletines, y verse confinadas en autobuses voladores que comprimen piernas y maltratan el sueño. Pero no puedo decir que me disgusten los aeropuertos. Tengo mis favoritos en donde la estancia es amable y uno quisiera que así fuera la vida. Un tránsito cómodo, seguro, con todo a la mano y bonito. No worries.

Me gustan las panorámicas de los aeropuertos también y les tomo fotos, y desde el avión a tierra, nubes y amaneceres que parecen y se sienten extraterrestres.

Los aviones en servicio son como bueyes gigantes siendo consentidos para la carga, preparados para el destino de lleva y trae, y los zumbidos de partidas y aterrizajes que nos llegan enmudecidos a través del cristal me hacen pensar en abejas buscando flores y peregrinando para la miel. Y los paisajes sobre las nubes, en especial al amanecer me hacen sentir una exaltación que aspira a la de los astronautas del Apollo 8 al fotografiar la Tierra desde el espacio. Y secretamente, en el avión aflora el deseo de la sorpresa de un ovni revoloteando indiscreto o una visión inesperada, mágica, particular, como si estuviera en una película de Spielberg y como si no fuera suficiente volar.

El aeropuerto es entrada y salida a una suerte de máquina de tiempo. Uno llega a una tierra nueva y se lleva imágenes y deja improntas. Uno pierde y gana. He cambiado de husos horarios tantas veces que ya no sé si he ganado o perdido horas de vida. Tengo más de 70 sellos en este último pasaporte y promediando horas de vuelo y tránsito hay más de un mes en aviones y aeropuertos desde el 2006 hasta la fecha.  No sé como reaccionar ante este cálculo. Pero sé que el viaje ya es parte de mis modos. Que ya no es ceremonia, ni expectación a la maravilla. Ahora es parte del fluir de todo y un deber ser de la fragmentación inevitable y rompe-cabezas que vivo.

2 comentarios sobre “Divagación sobre Aeropuertos

  1. Los aeropuertos siempre me han parecido una especie de No Man´s Land o Tierra de Nadie. Un territorio que es del país y no lo es, ni es de ninguno, donde se escuchan todos los idiomas, donde puedes ver a un musulman extendiendo su alfombra para rezar, llamando la atención de algunos pero no de todos, donde las ventanas muestran pájaros metálicos tocar tierra viniendo de quién sabe dónde y despegando vaya usted a saber adónde. En fin, y cambiando de tema, tu vida es un eterno peregrinar. Un beso!

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  2. «Los aviones en servicio son como bueyes gigantes siendo consentidos para la carga»…

    Conocí de ti cuando vivías fuera de Venezuela entonces siempre tendrás asociada la imagen de estar viajando, en el extranjero y demás. Así tú sede sea Caracas. Tal vez una sede de mentiras porque la verdadera tiene muchas sub sedes y son los aeropuertos

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