
La realidad del ocaso
perfora el lóbulo de mi oreja
y se queda allí de zarcillo en susurro
revelándome cosas
sobre esa única verdad
de la que siempre dudamos
porque no es bonita
no halaga a ningún sentido
y se hinca en la carne donde habita
sin perder de la mira el miedo
y su hipnotismo de gato escurridizo
que no vive ni pervive
sencillamente abarca y contiene
cubre ahoga
y nos deja densos
convexos
onerosos con la vida
lujuriosos con la muerte
Maracaibo, 2014