Breve del desencanto

Las noticias me pasan por encima. No me interesa, lo siento. Es demasiado abrumadora la vida corriente como es, con lo que le pasa a familia, amigos y conocidos, para ocuparme del resto del mundo. No hoy, en todo caso. Me preocupan más la salud de mamá, Sofi que se va la semana que viene, los obstáculos que sortear en el trabajo. Que si Pussy Riots, Assange, todos esos están lejos y son ajenos a la realidad de mampostería de la política nacional.

Con leer una crónica roja, o recordar el secuestro o asesinato de amigos, conocidos, desconocidos se me quita todo interés en los inuendos de cachuchas, chaquetas tricolor, corazones de propaganda. La realidad cachetea. Y aunque el día esté brillante y grite cierto optimismo, me pliego sólo a mi casa y mis afectos. Cuando llegue el momento votaré y ya, sin fanatismo, para romper un fetiche, a ver si hay cambio, y pase lo que pase seguir en oposición pero sin aspavientos. De resto lo demás, lo accesorio y telenovelero, no me interesa repito, todo es demasiado claro y el que no ve es porque no quiere. El desencanto es crónico.

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