No sé cómo expresar mi sensación de inadecuación a todo lo que ocurre. Intentaré porque siento que todas estas cosas que creo o no creo listadas a continuación son ajenas a lo que mucha gente que conozco cree, o si dice creerlas se comporta contradiciéndolas. No logro conciliarme con ello. Pero lo que más lamento es sentir que en medio de toda esta adversidad aun tenemos energía de juzgarnos, cuestionarnos y pelearnos entre nosotros.
Creo en la protesta pacífica, desde la calle, el trabajo o el teclado. Digo el trabajo, porque es, dada las circunstancias, la expresión de resistirnos a que todo colapse. Trabajar porque este país progrese, creo que es una forma de protestar y resistir. En estos momentos creo que es imposible la indiferencia. Todo atenta contra ello.
Creo en el derecho de cada quien de protestar como mejor crea. Puedo entender las raíces de la violencia y el vandalismo. Pero no comparto la manera ni la endorso, la destrucción y la violencia suman al caos y la guerra. Y es ilegal.
También creo en el derecho de la gente de no protestar si no quiere. Puedo no estar de acuerdo, pero está en su derecho.
Creo que cada quien es responsable por cuidar su integridad física y no engancharse en la violencia. Si no hay posibilidad de diálogo, lo mejor es retirarse. La «valentía» es inútil muerta o presa.
No juzgo al que no quiere o puede en un momento determinado protestar. Respeto su derecho a darse una pausa si la necesita. Del cansancio sólo queda la frustración y eso ya es una derrota.
No creo en patriotismos heroicos, porque los héroes generalmente mueren y luego o son olvidados o lo que es peor deformados por la pátina de la heroicidad. Pierden su humanidad.
Creo que el respeto por el otro, aunque no estemos de acuerdo, es la base de la civilidad, y esto incluye la premisa de que debe haber una consideración recíproca. SI no hay respeto de ambas partes, es imposible dialogar y llegar a un consenso.
Creo también que el respeto hay que merecerlo y que no todo el mundo lo merece, porque no se comporta de manera civil. Por tanto uno debe procurar merecerlo, todos debemos hacerlo, comportándonos civilmente.
No creo en juicios al estilo «por eso es que estamos así» referidos a nadie. Porque creo que no hay nadie sin rabo de paja. El que esté libre de pecado…
La muerte la ocasionan los que aprietan gatillos y los que dan las órdenes para ello. Las víctimas no son culpables, máxime si están desarmadas. Una bala no es lo mismo que una piedra.
Cuestionar continuamente a los líderes que llevan la protesta es minar el espíritu de la misma. Parto de la premisa que asumen una responsabilidad que no quiero, y que manejan mayor información que yo. Confío en su criterio y si se equivocan los acompañaré en su intento de enmendar el error. Nadie es infalible y esta situación es inédita diariamente.