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Enguayabada

Ando con guayabo. Pero el guayabo que cargo (de sentimiento de culpa… no de despecho, ni de rasca) es con bloguear y leer a otros. De repente me aislé. Y bastante. No he podido dar solidaridad a quien necesitaba, o felicitaciones o sencillamente estar al corriente de la vida de tanta gente que viene a leerme o que acostumbraba a leer y que ya forman parte en mayor o menor medida de mi vida.

Tengo meses metida en mi propia envoltura, pero sin nada productivo generado… así lo siento y lo lamento, porque la desconexión que sufrí me hizo perder tiempo. Sin más. Tiempo.

Y así he estado casi un mes ausente por acá. También estuve algo enferma y eso contribuyó a mi baja energía.

Al blog no lo he abandonado en el sentido de que he actualizado el wordpress, la plantilla, he optimizado la base de datos, limpiado enlaces caducos, etc. Aun me falta acomodar algunos posts y comentarios viejos que perdieron la codificación de caracteres cuando migré de blogger a wordpress. Y aun estoy lidiando con ello, porque quisiera ahora tener un blog de respaldo en wordpress.com de todos los posts, para dejarlo allí como reserva y por si acaso, se me vuela algún día el hospedaje que tengo. Pero eso no es suficiente. No he escrito. No he escrito todo lo que tengo que decir. Me siento al frente de la computadora y me falta el «drive».

Pero bueno ya he caído en cuenta y haré lo que pueda para volver en mí, si no por completo, mejor.

Sé que de repente no hace falta decir esto, ni excusarse. Pero es bueno ventilar estos sentimientos para sacárselos de encima.

Entretanto, hoy me animé a explorar esta blogósfera venezolana tan crecida y me topé con dos blogs interesantes. Uno que me hizo reír y me contentó el día Un Guayoyo con Galifi que tiene unos dos meses de vida y otro de fotografía Francesco Spotorno blog que me gustó mucho y que recomiendo a los aficionados de la imagen.

De vuelta al blog

Luego de varias semanas en silencio por acá, me he animado a escribir. La vida no es un blog aunque a uno se le vaya la vida en el de uno. Y a veces es necesario retraerse. Sobre todo si los caminos no están tan claros. En fin, ahora es tiempo de volver a reflejarse por acá y de entrar de nuevo en los laberintos de los demás.

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Una de las cosas que me tenía trabada era la reforma constitucional. ¿Cómo entrarle al tema? Y he decidido no hacerlo. ¿Por qué discutir algo que se presenta impuesto desde el principio, sometido a una pantomima de discusión en la Asamblea Nacional? Chávez somete a todo el mundo al estresamiento emocional cada vez que abre la boca con alguna ocurrencia para ganar acólitos, mantenerlos o como en este caso, acomodar el país a su persona. ¿Cómo se puede enfrentar una reforma a la constitución producto de la traición del ego de un presidente que se ha construido un vínculo carismático con la gente más humilde y que no reparan en su megalomanía sino que incluso se la justifican? Podría tomar el documento de la reforma y argumentarlo punto por punto, pero me he convencido de que no tiene objeto. La reforma se va a aprobar por la Asamblea Nacional genuflexa y servil a nuestro mandatario sin mayores análisis ni estudios ni consideraciones, y el referendo se llevará a cabo y sin sorpresas se perderá, porque la gente que sigue al presidente o carece de sentido crítico y su lealtad al hombre es superior que su lealtad al país, o carece de herramientas para entender las implicaciones de la reforma en cuanto a todo lo que atenta contra nuestros derechos humanos.

La reforma podría ser vista benevolamente y decirse que sus cambios traerán algo bueno. Pero vista la falta de respeto que el anterior texto constitucional padece, no veo porqué con este nuevo las cosas serían diferentes. Las leyes han sido obviadas, los derechos de la gente son obviados o, respetados y considerados, según la conveniencia o no de la situación, no porque tengamos un régimen de justicia robusto y autónomo.

De toda la reforma quizás el punto más grave es el darle en la mano al presidente la administración de los dineros de la nación sin pasar por ninguna contraloría. Todo lo demás es accesorio para apuntalar el poder absoluto de este hombre que se permite renombrar a Caracas y a todo el país sencillamente porque le provocó.

o seré caraqueña hasta que me muera eso no lo cambiará ningún papel. Y la Venezuela que conozco que pronto solo existirá en mi nostalgia tampoco cambiará. Ni mi insomnio ni los amaneceres con el cambio de huso horario.

¿Dicho esto que más me queda por decir? Más nada. No se puede discutir lo que no admite discusión. Y en el caso de la reforma no se nos admite cuestionarla ni aportarle nada. Iré a Caracas, votaré y ya está. No estoy de acuerdo rotundamente. No salvo nada. Pero fundamentalmente no estoy de acuerdo con que la mayoría de la gente esté de acuerdo con que el presidente tiene derecho a hacer lo que le dé la gana con nuestro país, hijos, salud, gentilicio, dinero, propiedades e ideología personal. Que se «pague y dé el vuelto» en todos los aspectos de la vida nacional.

……

Dicho lo anterior creo que termino de exorcisar una suerte de «autismo» bloguero que tenía en el que no quería leer a casi nadie ni escribir. Necesitaba enconcharme en la seguridad de mi cotidianidad que por suerte no la vivo allá, donde el día a día se encuentra tan invadido por la política, y la cual uno no puede obviar ya que se la tropieza hasta en el simple acto de ir a comprar la leche para el café o el azúcar para endulzarlo.

Espero ir en diciembre a Caracas, y la larga estadía que me toca en estos dos meses que vienen en Botswana me pondrán en disposición de abrazar a mi país cuando llegue a Maiquetía. El olor a mar del litoral cuando se llega al aeropuerto es olor a patria, que es donde uno tiene enterrado el corazón. Eso no me lo reforma nadie.

Reseteando k-minos

Escribí el post sobre la Librería MonteÁvila con la intención de retomar el ritmo de este blog y comentar que ya estaba de regreso en Dhaka cuando surgió todo lo de RCTV y la posterior protesta estudiantil que me mantuvieron copada la atención.

Y así, así, han pasado dos meses y ya estoy empacando de nuevo para irme este sábado a Kenya, donde estaré 3 semanas resolviendo mi visa a Botswana. Para allá iré de trabajo en agosto por 2 de semanas y regresaré de nuevo un par de veces más antes de marzo del 2008.

En el tintero quedaron una crónica (como tantas otras) sobre la boda a la que fui en Malindi en abril y las gracias por las felicitaciones de cumpleaños. Las gracias las doy. Y ya veré si termino la crónica. Las fotos se quedaron en Kenya con Lino. El sigue allí por cuestiones de trabajo y también para ver si nos volvemos de nuevo a África del Este.

Así que la tónica política bajará un poquito, y se redirigirá a cosas más mundanas y gratas, a menos, por supuesto, que surga algo que amerite comentarios.

Otra vez

Con «Viendo llover en Dhaka como si fuera Macondo» inauguré por tercera vez este sitio. Este sitio con el que he intentado llevar un registro vivo de lo que escribo y he escrito.

Me obliga a disciplinarme, a organizarme mejor y a comprometerme a escribir que es realmente lo que quisiera hacer para ganarme la vida. Mientras esa oportunidad llega estaré aquí ejercitándome, gozando de la otra oportunidad que he tenido en la vida de poder vivir en sitios totalmente ajenos a mi cultura como Uganda y Bangladesh. Sitios que me han permitido alimentar parte de estas páginas.