El país de los equivocados es el planeta

En estos días la Maga de El país de los equivocados escribió un estupendo post (como todos los de ella) en respuesta a uno de los desadaptados anónimos que pululan en la blogósfera. Pero el post sacado fuera del contexto de la situación que lo provocó, se me antoja como un manifiesto para los que nos resistimos a alienarnos con el «proceso revolucionario» en el que el país está secuestrado.

La resistencia ahora es defender casi que los últimos reductos, nuestra casa, nuestra mente. Execrar al personaje de la pantalla del televisor los domingos y no llevarlo con nosotros a la cama para contaminar los sueños, se ha convertido como que en la última misión. La resistencia a odiar al prójimo por causa de una boinita roja o por un supuesto escualidismo que aún no sabemos que clase de dolencia constituye. La resistencia a dejar de pertenecer al grupo de equivocados que creen en cosas como familia, trabajo, estudios, respeto, honestidad, rectitud, decencia y demás valores en apariencia periclitados en esta sociedad moderna. La resistencia de mantener cierta objetividad rara como dice Maga, para poder admitir lo bueno y rechazar lo malo.

Y como el proceso entrópico no se concentra sólo en esto que llamamos República Bolivariana de Venezuela, sino que abarca todo este planeta donde la intolerancia, el caos, y todo tipo de valores se tuercen más en nombre de Dios, la libertad y la democracia, con más razón adopto el post de Maga como seña para ingresar al club de la gente equivocada que padece este mundo sin voz, voto, o consideración por parte del otro club, ese exclusivo, de los menos de 200 presidentes y primeros ministros que deciden el destino de los seis mil millones y pico de gentes que pululamos en él.

No, no pasé la noche con Chávez

No, señor anónimo. No pasé la noche con Chávez. No, señor anónimo. A mí Chávez no me quita el sueño. No, señor anónimo. Mi vida privada es mía, mi casa es mi centro, allí no caben los círculos bolivarianos, pero tampoco cabe el pasado, tampoco hubo adecos ni copeyanos aquí dentro. En mi casa hay libros, señor anónimo y también un montón de CDS y de juguetes y de palabras. Y casi siempre la nevera está medio vacía. Como siempre estuvo, ni más ni menos por estos tiempos que vivimos.
¿Sabe? Siempre, siempre voté por algún perdedor. Pero en mi vida, señor anónimo, en mi universo particularísimo, ni Chávez ni los antichávez ejercen control. El no tiene una almohada en mi cama, no cuenta con su altarcito particular ni retrato 4 x 4, pero tampoco, tampoco, tampoco estoy poniéndole un muñequito budú con alfileres para que le duela que jode.
Señor anónimo, Chávez no me ha quitado amigos ni registrado enemigos. En el alto gobierno y entre conocidos rostros del chavismo tengo gente querida, respetada e incluso la tuve amada. Y en contra, criticándolo todo y con tremendos dolores de cabeza contra el que llaman «el tirano» también tengo personas que adoro y en las que no dejaré de creer. Y no los juzgo a ninguno. Los entiendo. Los escucho. A veces los debato. Les muevo el piso. Y a Chávez puedo verlo, desde una objetividad rara, desde quien puede admitir lo bueno y rechazar profunda y rabiosamente -y dolorosamente- lo malo.
Pero eso sí, él no está en mi domingo. Mucho menos estuvo en el letargo de mi domingo de ayer. Así que estuvo muy de más su comentario.
Y este país de equivocados no es Venezuela, señor anónimo, ni mucho menos la Venezuela del chavismo. El país de equivocados es el planeta. Porque a fin y al cabo no somos sino un único país. Y bueno, hay algunos que somos un poco marcianos en este reino.

4 comentarios sobre “El país de los equivocados es el planeta

  1. Emocionante tu nota y la referencia a la de la Maga. Muchas gracias por dirigirme de nuevo allá, hace uno días no visitaba su bitácora. Ni la tuya. Pero me emociona ver como ustedes resisten en un mundo y un país que anda muy desvirolado. Como lo hacen y lo hacemos tantos otros en ése mismo mundo y en otros países más o menos desvirolados.
    El poeta colombiano (otro drama duro el de los equivocados en Colombia) William Ospina habla de estas inmensas minorías (de que te ocupas hoy con la Maga) que él bautizó como «La franja amarilla». Tengo por ahí la referencia, por si te interesa.

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  2. Me identifiqué, con eso de : «siempre voté por algún perdedor»… muchos no me creen… pero siempre he perdido mi voto… y siempre he dicho que pertenezco a una minoría de una minoría… pero así y todo, seguiré siendo un equivocado…

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