Toda esta semana pasada ha estado lloviendo y prácticamente no hemos salido del apartamento. Los días están grises, calurosos y aunque la lluvia aplaca el calor, la humedad sofoca. Es como estar en un vaporón todo el día. Por ello he evitado salir y he trabajado en casa. La humedad me agobia.
Estar sentada frente a mi escritorio viendo el día evolucionar desde mi ventana con la lluvia interminable mojando las palmeras y los eucaliptos, me revierte a la sensación de estar anclada en un punto siendo testigo del paisaje. Todo se mantiene más o menos igual, a pesar de que el tiempo pasa. Es extraña y hasta placentera esa sensación, después de toda la actividad de los últimos tres meses cuyo recuerdo se me va en un suspiro.
Ayer comenzó el Ramadán, así que tenemos ahora los horarios cambiados, la gente andará medio dormida y débil por el ayuno, y a las cinco de la tarde todo se parará porque la gente tiene que rezar y comer.
Tenemos un cambio de clima mental y físico desde que llegamos. El cambio pica y se extiende. Veremos hasta dónde llega.
Me sonó como el monólogo de Isabel viendo llover en Macondo…. saludos
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no se en que lugar te encuentras si en africa oriental o en bangla desh. Pero te voy a pasar un dato que ya lleva dos entrada n mi blog, el niño se esta formando. y caundo eso sucede el clima cambia totalmente. Aqui en venezuela suele provocar sequias (cada niño es diferente, pero por lo menos los ultimos han provocado sequias) Igual sucede en africa oriental. en esa parte del mundo en bangla desh no se como cambia el clima, puede hacerlo mas lluvioso, o menos.
Pero por si acaso, ponte a disfrutar la lluvia, sal y mojate con esa lluvia, si tienen mala suerte no veras mucha lluvia en mucha tiempo.
Pero, como ya dije cada niño afecta diferente diferentes partes del mundo.
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