Hay días en que el mundo deja de existir.
Son días en que la realidad se trastoca en una escenografía de acuario y gelatina, y el movimiento es un continuo y lento retorno. En esos días, las noticias resbalan en uno y se escurren debajo de la puerta para salir y no volver. No hay nada que dé calor a las emociones ni nada que importe sino la circunstancia interior, que en esos días en particular, es inamovible.
A veces,
la soledad
te pasa por al lado
y te roza
con levedad,
pero terminante
y su toque aunque breve
te embiste
y accorrala
como una bestia
hambrienta.
Te deja fría
el alma
siempre
sin escape
como una emboscada..
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Hola Kira! …es como un stand-by existencial, como si la Tierra no rotara para uno…nos recuerda el famoso bolero: «…hola soledad». Menos mal que no es permanente. ¡Un abrazo!
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…y se siente ese frío que casi quema, y se siente el vacío en caída libre…un abrazo estimadísima!
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¡Muy hermoso!; estás inspiradísima; también eres poeta….saludos.
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