
Leo las noticias, visito blogs amigos, reviso el hilo de textos de twitter y facebook que más que sacarme del laberinto me ahoga en una madeja en el centro del mismo. Quizás por ello estuve tan alejada de este blog por primera vez en 8 años.
Regresé hace 3 semanas. Estuve poco más de 3 meses fuera. Salí el 18 de octubre y regresé el 16 de enero. Voté a sabiendas de que los esfuerzos titánicos no podrían con la mezcolanza de afecto, carisma, miedos y el abuso de las ventajas del poder. No me deprimí porque mi esperanza era eximia, pero sí se me retorció la resignación por dentro.
¿Cómo reconciliarse con un país en el cuál uno está al margen? Pero «país» para mí en este caso, no es sólo el escenario electoral, ni un panorama político. Es el territorio en el que se graba el sentido de lo que uno hace. ¿Cómo inscribirse en una dinámica de la cual no se sabe ya sus finalidades? No puedo decir que siempre sentí fuerte mis arraigos, y no soy persona amiguista o grupera y quizás por ello siempre me he sentido en los linderos de las situaciones, apreciada pero no mucho, querida pero no tanto, quizás porque no debo ni me deben. En mi ámbito inmediato también encuentro difíciles los asideros.
Me fui con algo de tristeza de Yakarta. La dejé a prisa sin manera de saber si no iré más a una tierra que aprendí a respetar y querer y de la cual no tuve chance de desenamorarme. Tuve amistad, trabajo, rutina, soledad y vida allí, pero en un acorde diferente al experimentado acá. Y sin que faltaran las dos constantes sincopadas de mi existencia: paz y desasosiego.
En ese sentido, este es un retorno como los de siempre, lleno de dudas y certezas algo aburridas y desalentadoras por lo repetidas. No hay novedad si no me la genero yo misma. Cada vez me cuesta algo más. Pero basta que me asome al horror de la crónica roja o de la preocupación por alguna enfermedad en mis afectos para que estas disquisiciones se evaporen ante la realidad de lo incontestable, para rebelarme ante la parodia surreal y de mampostería de «país».
Mi desencanto es crónico, pero no tengo nada más sino hacer. No hay recompensa en ello, hacer ya lo es. Esta es la verdadera finalidad. Sin después. El ejercicio es recordar esto todos los días. Quizás también haya felicidad.
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Lo que te deseo es mucha paz.
Besos y salud
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Eres Ciudadana del Mundo con ello es el «k-mino» tu verdadero hogar. Lo lejano y lo propio se juntan en un anillo, un carrusel que gira con el latir de tu corazón y el correr del tiempo. Es el río de tu propia vida. La ansiedad del momento, el desconformismo con lo que es, el sueño de lo que podría ser, la ilusión de la partida y el sentimiento bipolar de la llegada son constantes y no por ello habrán de repetirse. A donde fuiste nunca volverás y quién fué nunca más regresa. Sencillamente porque todo cambia. Tu también amiga mía! Has de seguir «k-minando» !
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Gracias mi querido amigo
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