
Veo la nube solitaria, sobre la ciudad aletargada.
El silencio que brinda el encierro nos aquieta. Se va la luz. Y pienso: se fue la luz. Luego siento y estoy segura de que no hay luz hace tiempo. Cuando anochezca volverá la batalla en Petare y el ruido de los disparos indicará la oscuridad. En ella no hay sosiego. Y las noticias de venezolanos muertos o apresados inundarán las redes sin sorprender a nadie, sin escandalizar. Luego recuerdo que hay una enfermedad que nos asedia. Y pienso que ello pasará rápido mientras esperamos por la luz. Anhelo permanente que la nube solitaria atestigua en la lasitud de la tarde que se va.