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Malasia 2 – Langkawi

Aquí esta parte del cuento que debo del viaje a Malasia.

El objetivo del mismo era el de sacarme un nuevo pasaporte, porque el que tenía le quedaban sólo dos páginas inutilizadas por sellos secos de unas visas y además no es un pasaporte bolivariano. Me toca renovación de visa ahora en mayo y era urgente lo del pasaporte. Y las opciones estaban entre Nueva Delhi y Kuala Lumpur. Aunque me toca la embajada de la India, por el precio del viaje me convenía más ir a Malasia. Por su parte mi compañera de viaje Mila necesitaba renovar su visa. Hacerlo aquí es casi que imposible de manera eficiente y sin «gastos extra». Me comuniqué por teléfono con la embajada para hacer los arreglos y asegurarme de que los oficiales de la embajada tuvieran tiempo disponible para atenderme. Hice mi cita y envié algunos de los recaudos por fax.

La cosa es que gracias a una oferta de Emirates y su agenda de vuelos podíamos extender el viaje por unos días y conocer la playa, así que decidimos ir primero a Langkawi un complejo de islas hacia el norte casi en el borde con Tailandia y de allí luego a Kuala Lumpur. Llegamos el jueves tarde en la noche a la isla y el domingo siguiente a las 11 pm saldríamos a KL (key el o kolomp la llaman).

El aeropuerto es sencillamente espectacular. Con un tren eléctrico automático que te conecta entre terminales, grandes ventanales, triples alturas y techumbres de formas sinusoidales sostenidas por grandes tubos en forma de Y. Afuera la vegetación se deja ver en todo su verdor rodeando el edificio. Adentro la comodidad, el lujo, el orden, la limpieza. Tiendas de diseñadores, Harrods, Body Shop, Tie Rack, etc. La verdad es que nada más el aeropuerto ya fue un buen inicio del viaje, un abreboca cuyo contraste con el de Dhaka (como congelado en los años setenta, con nada de atractivo en su arquitectura ni amable en instalaciones para el que viaja), me hizo entrar en humor de relajación y disfrute desde el principio. El aeropuerto de Langkawi, siendo un aeropuerto menor es como una versión reducida del de KL e hizo que la sensación de pisar mundo moderno se me acrecentara. Para este viaje no pude documentarme mucho. Las guías estaban agotadas en la librerías de Dhaka y no tuve tiempo para investigar en internet antes de embarcarme.

Langkawi
Esta isla se abrió al turismo en los ochenta con categoría de puerto libre y aunque no ha dejado algunos modos de vida tradicionales como el cultivo de arroz, la pesquería y la artesanía, es obvio que toda actividad se centra ahora en el turismo.

Por supuesto la nostalgia me invadió cuando aterricé en esta isla con excelentes carreteras, tiendas, y geografía que a ratos me recordaba la Isla Margarita o el Parque Nacional Mochima combinados en un extraño coctel de sabores asiáticos. Una isla central con montañas de granito terminando abruptamente en el mar y cubierta de selva húmeda tropical. Islotes que parecen rocas tiradas al desgano por algún gigante de tiempos remotos y cubiertas también del verde desbordado. El mar azul turquesa, a ratos verde esmeralda. La gente amabilísima y curiosa por saber de dónde vienes.

Llegamos a un hotel que no me gustó mucho y sin playa. Pero ésta estaba apenas a unos metros tomando la carretera absolutamente limpia y asfaltada que nos comunicaba con el resto de la isla por lo que realmente no importaba mucho. Sólo dormimos y desayunamos allí de resto las comidas las hicimos en restaurantes. La cocina que se encuentra es malaya, tailandesa, china y japonesa aparte del «junk food». De la malaya solo intenté los satay (pinchos) con salsa de maní, porque en general es picante y el picante me mata el estómago… nada de viajar tan lejos para pasarla en el baño. Por eso en la exploración gastronómica soy medio pacata, pero tengo que admitir que me causaba curiosidad las combinaciones que veía de dulce (frutillas marinadas) con salado (suerte de anchoitas secas) y picante (chiles) sobre una suerte de papilla de arroz. Lo dejaré para la próxima vez.

Hay bastantes cosas que hacer aparte de ir a la playa y hacer compras en mercados o centros comerciales (compras que valen la pena si vienes de un país como Bangladesh donde la variedad es mínima). Hay un teleférico a la cumbre de la isla desde donde se puede apreciar el complejo de islotes y playas. No fuimos muy afortunadas porque la cumbre estaba medio nubosa así que solo pudimos ver parte de la vista. En la estación de tierra un complejo de restaurantes y tiendas, un zoológico para los pequeños y un lago artificial en el medio. La salida de este teleférico está solita dentro del vértice de la base de la montaña. Al salir hay que manejar un buen rato antes de encontrar algún poblado.

Hay un parque nacional acuático al que no fuimos porque era un tour de todo el día. No sólo haces snorkelling sino que estás en un barco con tragos, fiesta y piso de vidrio para ver el fondo. Hay un acuario, Underwater World, y opciones para ir a visitar los bosques de mangle, las factorías de los sarong pintados a mano (la tela típica que la gente se amarra a la cintura por estos lares), un sitio donde alimentan a las águilas pescadoras, una cueva de murciélagos, otra de cocodrilos, una granja de peces y las islas de los alrededores. Aparte del tour del paquete (sarong, teleférico y compras) Mila y yo tomamos el island hopping que incluía ir a una de las islas donde hay un lago de agua dulce en medio y que es motivo de una leyenda, ver las águilas alimentándose, y una playa de arrecife de coral en una de las islas. Para Mila era toda una novedad porque no había estado nunca en playas de arrecife, para mí un total banquete de algo que siempre añoro: la playita a la que estoy acostumbrada. Y sin embargo, a pesar de que me encantó y es bella no me pareció tan espectacular como en mi país. Pero el resultado de la visita fue el deseado. No sé cómo no me entró el estrés de estar en la computadora sino solo para enviarle un correo a Lino y decirle que todo ok en el frente. Tenía tiempo que no me sentía tan bien. Excelente hacer terapia de playa, compras y cotorra con una buena amiga.

Los sarong hechos a mano fueron algo que no pude dejar de adquirir. La técnica consiste en seguir el dibujo aplicando cera sobre la tela para no teñir esas porciones y sucesivamente se va aplicando el color en las distintas áreas donde se va quitando la misma. Me compré 3 de algodón pero los de seda eran para quitar el aliento. Coleccionar trozos de tela es una debilidad que tengo, donde quiera que voy compro y aquí no me pude resistir. También compré 3 trozos pequeños pintados de forma abstracta para mandar a montar. Sé que este quizás es un detalle un poco frívolo pero es parte del encanto de viajar, coleccionar cosas que en el futuro te recordarán la experiencia y formarán parte de tu historia.

Mila y yo llamábamos la atención por nuestro tipo. Ella andaluza total y yo el arroz con mango indiscernible. Un día volviendo de cenar el taxista nos preguntó si sabíamos hablar latín por como hablábamos y le dijimos que no, que hablábamos español y le explicamos que el idioma derivaba del latín así como el italiano, el francés y el portugués entre otras lenguas. Entonces nos preguntó si sabíamos el significado de «Pobre diabla» a lo que tradujimos el sentido de la expresión lo mejor que pudimos, y luego «La intrusa» y otro más que no recuerdo y nos comenta que entonces el latín es muy parecido al español y allí caímos en cuenta que el señor pensaba que en Latinoamérica se hablaba latín porque las telenovelas que nadie se pela en Malasia vienen de allá! La verdad es que la cosa me hizo gracia y nunca dejo de asombrarme del alcance y penetración de las mismas. Por supuesto le aclaramos el punto al señor, el porqué llamamos así a gran parte de América y el porqué hablamos español y portugués en nuestro continente.

La estancia en Langkawi fue placentera pero me causaba un poco de aprensión todo el asunto con la embajada por cuentos que le había escuchado a gente con las que tenemos en otras partes del mundo, pero la verdad es que hasta el momento todo había sido muy fluído por correo electrónico y por teléfono. Nos fuimos al aeropuerto con suficiente antelación para encontrar un retraso de hora y media por una tormenta que hubo en esa zona de la isla que trastornó todos los vuelos. Aterrizamos en KL a las 12 y media de la noche y llegamos al hotel casi a las 2 am, porque el aeropuerto se encuentra a más o menos una hora de la capital…

La experiencia en KL la relataré en otro post en un par de días. Aquí les dejo una vista de la playita y en cuanto pueda pondré algunas de las fotos en flickr.

Ranteo del clima

Está haciendo calor en Dhaka. Aquí de un día para otro la temperatura puede ascender dos grados. Esperamos hoy 34ºC y 76% de humedad. Ayer caí casi con un «heat stroke«. Un dolor de cabeza fuerte y con un peso como de una tonelada en la cabeza. Porque además el cielo está encapotado y parecieras estar en un baño de vapor todo el tiempo. Estos son los meses de más calor y hay que tomar mucha agua. Abril y mayo. Aquí la humedad llega a alcanzar 90 y pico por ciento, especialmente en la época del monzón cuando el calor también es agobiante pero con lluvia, pero eso no será hasta junio-agosto…

Me dio por hablar del clima como los ingleses porque hoy me sentí de ningún lado. El correo me trajo cosas urgentes para la oficina en Dinamarca. Ví la prensa local para seguir la noticia de un edificio de 9 pisos que se desplomó con casi 300 personas adentro. Una factoría de ropa. Las causas no obedecieron a ningún fenómeno natural sino a una construcción mala. Esto pasa aquí todo el tiempo. Los equipos de rescate ya tiene 48 horas quitando los escombros en un esfuerzo sobrehumano por tratar de sacar a la gente, pero sólo han podido remover un 7% de ellos. No hay muchas esperanzas. Cuentan con su esfuerzo y con algunas herramientas donadas por el gobierno de Estados Unidos luego de que les dieran un entrenamiento de respuesta en caso de terremoto hace un mes. De los 48 bomberos que hicieron el entrenamiento sólo pasaron 17, para un país de 140 millones de habitantes. ¿Habrá investigaciones para determinar responsabilidades? No se habla de ello. El dueño seguramente repartirá dinero a todo el mundo y se acabará el asunto. Los trabajadores son gente pobre. Los enterrarán y seguirán las cosas sin más porque esos muertos no son nada en este país con exceso de gente…

Veo mi blog y releo el post de anteayer. Un comentario. Será que no interesa el tema a pesar de que este de los blogs es un medio de autores [aunque no lo asuman así]. O que estamos hartos de lo que pasa en el país y se ha tirado la toalla en beneficio del pequeño universo de cada persona. Lo entiendo. Yo misma me lo cuestiono. Para qué, con gente con responsabilidad pública que dice que alguien no ha sido publicado por su color de piel. Ese señor llamó a todos los que tenemos o tuvimos que ver con el medio editorial racistas… así no más. Un escupitajo gratuito a quienes por años hemos bregado por autores, promovido su obra, colaborado en la profesionalización de libreros, editores, etc… Habiendo vivido en África y ahora aquí con compañeros a los que quiero y respeto de todas las razas, siendo yo misma producto de una mezcla singular me siento doblemente afligida por la ignorancia altanera de la gente que nos gobierna. Una ignorancia estúpida si es que algo así es posible.

Vine la semana pasada de Malasia -todavía debo el cuento-, donde obtuve un pasaporte nuevo. Volví contenta porque no sólo me atendieron excelentemente sino además porque estuve hablando en venezolano con gente mía y donde me recibieron con un «ésta es su casa, sabe?» y yo «sí, yo sé».

Y ahora estoy que no sé donde estoy. Con un mapa en la mano, sin poder reconocer adónde pertenezco o debo ir…

Hace calor.

Adiós al Papa

Acaba de terminar la ceremonia funeraria y no dejo de pensar en el contraste de toda la gente que genuinamente acudió a expresar su afecto a Juan Pablo II y los líderes mundiales que sólo cumplían con un deber diplomático.

Los gritos de su nombre en italiano, el santo, santo, santo que empezaron a vocear, todos los aplausos ojalá y hayan conmovido en algo a aquellos que han decidido el destino de la historia mundial declarando guerras o ignorándolas y siendo responsables de la muerte de cientos de miles de personas por acción u omisión.

Mucha gente cuestionó el conservadurismo de este Papa en relación al aborto, el sacerdocio femenino, la anticoncepción y el divorcio, pero tampoco supieron ver su prédica de paz, amor, perdón y compasión por encima de asuntos que entran en contradicción con el dogma de la santidad de la vida humana y el matrimonio, la misma prédica con la que condenaba la pena de muerte y las guerras.. La prédica de que todos los seres humanos somos iguales y de que cada uno de nosotros contamos y somos importantes en este mundo. Esta igualdad no fue exaltada sólo en un sentido espiritual -ante los ojos de Dios-, sino también político, civil: el de la igualdad efectiva, factual. La de todos ante los ojos de todos.

Yo no soy particularmente religiosa pero he admirado la figura de este hombre que supo bajar la iglesia de su pedestal acercándola más a la gente, en especial a los jóvenes. Sus 26 años de papado contrastan con la labor de sus predecesores y son la vara de medida para el que lo suceda, ya que no podrá dejar de lado la labor evangelizadora con los viajes y deberá admitir mayor flexibilidad ante ciertos temas que reclama la comunidad católica de todo el mundo.

Hoy ha sido el funeral más grande que ha habido en la historia, seguido por millones de personas a través de los medios, lleno de simbolismo y mensajes de amor y humildad, de pluralidad y universalidad que espero dé qué pensar a aquellos que tienen destinos de países y gentes en sus manos.

A quienes quieran leer su testamento está aquí:
http://www.20minutos.es/noticia/15306/0/testamento/papa/integro/

De donde extraigo el último párrafo:

En la medida en que se acerca el límite de mi vida terrena regreso con la memoria al inicio, a mis Padres, al Hermano y a la Hermana (que no he conocido, porque murió antes de mi nacimiento), a la parroquia de Wadowice, donde he sido bautizado, a aquella ciudad de mi amor, a los coetáneos, compañeros y compañeras de la escuela elemental, del gimnasio, de la universidad, hasta los tiempos de la ocupación, cuando trabajé como obrero, y en seguida a la parroquia de Niegowie, a aquella Cracoviana de San Floriano, a la pastoral de los académicos, al ambiente… a todos los ambientes… a Cracovia y a Roma… a las personas que en modo especial me han sido confiadas en el Señor.

A todos quiero decir una sola cosa: «Dios os recompense»

«In manus Tuas, Domine, commendo spiritum meum»

Esquizofrenia

Calle al lado del r�o Burigangha

Acabo de dejarle un comentario a Ximena sobre su post de la cuestión musulmana que me pareció excelente. Leí el blog de las Historias de un emigrante en Nigeria y puedo reconocer algunas similitudes con Uganda y otras cosas definitivamente diferentes.

En Kenya o Uganda a nadie se le ocurriría llamarte master, aunque las mujeres sobre todo en el interior de Uganda vienen y se te arrodillan si quieren hablar contigo y eres amigo del marido o su jefe. Pero es un comportamiento cultural general hacia gente que tiene alguna jerarquía… lo hacen entre ellos… no tiene que ver con que seas «blanco». A los blancos los llaman mzungu (una voz swahili), a los marrones o indios muhindi lo cual a veces dependiendo del tono es peyorativo. En general, todo el mundo se refiere entre sí de esa manera para distinguirse y forma parte del habla coloquial. A uno le parece que África es una sola cultura y hasta cierto punto el África sub-sahariana o África negra es así, pero ella también es la diversidad. Siempre me sorprendía de las diferencias entre Kenya y Uganda que aunque vecinas son bien diferentes, …un prejuicio claro. Recuerdo una amiga ugandesa que me decía que cuando fuera a Argentina… y yo le corregía, Venezuela, lo cual para ella era la misma cosa. Supongo que de tanto ver películas estereotipadas, todos sufrimos del mismo mal.

…Y de repente me pregunto qué carajo hago escribiendo sobre lo que sucede en Venezuela con el Hato Piñero del post anterior…

Es impresionante como se puede uno alienar con lo que le preocupa.

Me mudé en Febrero a este nuevo apartamento en el cual tengo la suerte de no tener ningún edificio que tape la visión por las ventanas. Venía de estar en uno con vista a uno de los terrenos que los militares de Bangladesh reservaron para sí –military cantonment que le llaman- luego de alguno de los tantos golpes que han habido aquí en los 30+ años de historia que tiene este país.

El cantonment es una enorme reserva de tierra y bosque natural llena de lagos, monitos, comadrejas, zorros, águilas pescadoras y otros pájaros. En días de lluvia se pueden ver a las águilas en varias decenas (llegué a contar 50) con las alas desplegadas en las copas dándose sus bañitos para limpiarse las plumas. Mi apartamento daba a ras con el tope de la fronda del bosque y me era todo un espectáculo ver a las águilas en su rutina de higiene y refrescamiento.

En este nuevo apartamento, el cuarto que me arreglé de estudio tiene un pequeño balcón que da hacia el Oeste. También veo pájaros, cuervos y algunos búhos, otros chiquitos y coloridos que se me paran en la baranda del balcón. Todos los días veo el atardecer. El sol siempre es una rueda perfecta, roja naranja fosforescente al declinar las horas de la tarde gracias a la polución de Dhaka. Se pone por detrás de unas matas de coco de la casa vecina que inevitablemente me hacen añorar una de nuestras playitas… Aquí hay cocos por doquier menos en las playas que hay pinos (!). El efecto del atardecer y los cocoteros no me dura mucho porque entonces el muesín canta a la oración desde alguna mezquita cercana. Hacia las cinco de la tarde en las zonas que rodean los lagos de Dhaka es impresionante oír el simultáneo canto proveniente de miles de mezquitas en la ciudad que hace eco sobre las aguas… Allí recupero el sentido de conexión con lo que me rodea. O como esta noche en la que mientras escribo, se escucha la voz melancólica y lastimosa de una mujer cantando alguna canción de la tradición bengalí… en un país con tanta lluvia no se puede sino ser melancólico en la música y el canto.

La nostalgia por Venezuela hace que me abstraiga de lo que vivo que ya después de un año se me está convirtiendo en rutina. Así me pasó con Uganda. Después de cinco años y de algunas experiencias traumáticas no podía más. Ahora con poco más de un año me está entrando la nostalgia por todo lo bueno vivido en Kampala. Los amigos que dejamos, el aire puro, nuestra huerta en el jardín trasero y la gente que trabajó para nosotros por casi todo ese tiempo y que se convirtió también en familia. África se te mete en la piel y siempre sientes que tienes que volver. Espero hacerlo pronto de alguna forma, ya sea de visita o trabajo.

Tengo crónicas pendientes por publicar que escribí estando allá y otras que tengo pendientes por escribir de la estadía aquí. Tengo que agradecer a Ximena y Jonathan por el recordatorio de adónde me encuentro y qué brincos he dado.

Hoy recibí mi escritorio nuevo y puse en orden mis libros en la estantería también nuevita. Ese es el primer paso para dejar esta esquizofrenia de estar en Dhaka pero sentir como si viviera en el mísmisimo centro de Caracas.